“Estaba solo en la finca cuando sentí olor a humo, salí a mirar y vi que el fuego ya estaba a menos de 100 metros. Fue cuestión de segundos hasta que me pasaron las llamas por encima”, relata Calixto Fretes, de 51 años, que vio arder sus 15 hectáreas con plantaciones de banana en Colonia M, a 120 km de la capital de Formosa.
Según contó Fretes a Infocampo, la extrema sequía que afecta a la provincia, los 42 grados de temperatura y el viento a más de 50 kilómetros por hora fueron las condiciones perfectas para que las llamas se propagaran rápidamente y quemaran toda su producción: “No quedó una sola planta”.
Apagar el fuego requirió más de dos horas de trabajo continuo entre el Cuerpo de Bomberos de Laguna Blanca, vecinos, integrantes de la Federación Agraria Argentina (FAA) filial Laguna Naineck y equipos de la municipalidad vecina de Siete Palmas.
El productor agradece que, de casualidad, su esposa y sus hijos -un bebé de pocos meses y un niño de tres años- habían salido del establecimiento y no estuvieron en el momento, aunque el fuego rodeó pero no prendió su casa. “Cuando vi las llamas pensé que tendría unos pocos minutos para soltar a las gallinas y al perro, pero no llegué. En segundos el fuego estaba ahí”, recuerda.
Ahora hay que empezar de cero, pero Fretes asegura que lo hará cueste lo que cueste. “Yo sé ser agricultor y amo ser agricultor. Me pasé las últimas horas caminando la finca, recorriéndola, y pensando cómo volver a plantar”, afirmó. Es que los Fretes son productores de alimentos desde hace 50 años, cuando su padre llegó al norte formoseño y adquirió 20 hectáreas en las que hoy producen Calixto y su madre, Cecilia Vitale, de 80 años, a quien los vecinos rescataron de las llamas porque intentaba apagar el fuego.
“Cuando terminé la escuela, mi papá me dio la oportunidad de ir a estudiar a Corrientes y en menos de un año ya me había vuelto. Le dije que lo mío era la agricultura y lo entendió, de hecho, soy el único de siete hermanos que se quedó acá siendo productor. Hace 24 años que me dedico a esto y vivo de lo que produzco”, indicó.
Fretes cuenta que “la mayor esperanza de los productores es vender bien su producción y ahorrar para poder comprarse algo”. Por eso es que, condiciones comerciales adversas de por medio, Calixto puso un almacén propio en Colonia M hace dos años y ese será su sustento hasta que pueda volver a plantar y cosechar alimentos en su finca.
Para eso ya está haciendo números. Es que volver a plantar requerirá de una inversión aunque solo lo haga en dos o tres hectáreas de la finca. “Este año no llegué a cosechar porque venía tarde en el ciclo de producción a causa de la sequía que arrastramos hace un año y de las tremendas heladas de este ciclo. Así que no venimos en grandes condiciones, pero espero contar con algún tipo de ayuda de la Federación Agraria o del gobierno para poder levantarnos. Sería importante porque nos costó muchos años mantener esta finca y ahora de un día para el otro hay que volver a empezar”, señaló.
Lo único que Fretes tiene claro es que no quiere ser uno más de los miles de productores que desaparecieron en los últimos años: “Quedamos solo los productores de corazón y vocación, porque hacerlo ya no es rentable, es puro dolor de cabeza. El gobierno provincial nos quiere exterminar y somos muy pocos resistiendo en nuestras fincas porque amamos lo que hacemos y a esta altura me queda seguir siendo agricultor a pesar de las pérdidas, porque es lo que sé hacer”.
[ngg src=”galleries” ids=”181″ display=”basic_imagebrowser”]