Existen ciertos cuidados que se pueden aplicar a la huerta en invierno para preservarla de las plagas y en óptimas condiciones para luego poder apreciar los resultados al finalizar la estación con el regreso de las altas temperaturas.
Eliminar las hojas muertas
Uno de los símbolos más típicos de la llegada del frío es la caída de las hojas. La acumulación de material senescente en la superficie sumado al aporte de humedad, provoca la pudrición y esas condiciones resultan atrayentes para las plagas.
La remoción de esos montículos de hojas secas que han caído en tu terreno es entonces una acción fundamental para prevenir estos eventos.
En este sentido, se le puede asignar un destino ecológico a este material seco. Las hojas y ramas secas, posos de café, cáscara de papa y huevo, cenizas, etc., son algunos de los ingredientes apropiados para elaborar compost casero.
evitar que se acumule nieve
No se recomienda dejar que la nieve se acumule sobre la tierra debido a que al derretirse encharcará a los cultivos. Las raíces se pudrirán por el exceso de agua, las condiciones serán propicias para la aparición de hongos, y los caracoles y las babosas proliferarán entre los charcos.
Existen otros métodos que pueden emplearse para proteger del frío, la lluvia y la nieve a los cultivos de invierno de forma sencilla y económica:
- Pequeños invernaderos: se pueden armar a base de unos plásticos y una pequeña estructura de madera, de esta forma se aporta mayor calor al ambiente en donde se colocan los vegetales y se logra protegerlos del frío.
- Acolchado o mulching: cubrir la tierra desnuda de virutas de madera, serrín, paja, etc., es una de las técnicas naturales más utilizadas por la agricultura sostenible para proteger aquellos cultivos que no podemos mantener en invernadero. Esta capa natural protegerá de la humedad a las pequeñas raíces y, además, elevará la temperatura del terreno y así evitará que los brotes se hielen.
OTRAS RECOMENDACIONES
Las verduras de temporada que se suelen plantar al principio o al final del invierno como los ajos, los tomates, el repollo, la col, la espinaca, etc., son ejemplos de la producción agroecológica, una forma de entender y practicar la agricultura que piensa en el medio ambiente, sin el uso de agroquímicos, prioriza el consumo sostenible y busca el aprovechamiento máximo de los recursos naturales.