El desarrollo genético de una nueva variedad de soja es un proceso largo y costoso, por eso requiere de mucho manejo, tecnología y dedicación técnica por parte de los productors. Desde este pormenorizado trabajo nace la semilla que se siembra en todo el país.
“Hace 20 años que trabajamos en la multiplicación de sus semillas”, recuerda Rogelio Ricardo (FOTO 1), responsable técnico de Coopar, una cooperativa agrícola con fuerte influencia en Entre Ríos.
“El desafío fundamental radica principalmente en la parte técnica porque el objetivo es lograr una semilla de excelente calidad y que no tenga ningún tipo de contaminación”, agrega Ricardo.
Pero no solo el caso de Coopar es emblemático para la obtención de semilla. También en Entre Ríos, Oscar Albornoz (FOTO 2), director técnico de Granero SRL y con más de 30 años de trayectoria en Victoria, también aporta que, “el cuidado comienza con el respeto a las rotaciones. Elegimos los mejores campos”, sostiene.
En el tratamiento y manejo a campo que reciben las semillas de origen no falta nada: curasemillas, fertilizantes foliares, pulverizaciones, control de malezas e insectos y un seguimiento meticuloso del cultivo forman parte de la rutina de ambos multiplicadores.
“Fundamentalmente le prestamos mucha atención a problemas de chinche y enfermedades de fin de ciclo”, apunta Ricardo, en cuestiones sanitarias.
Pero lo crucial para los productores es la etapa de cosecha ya que es clave el nivel de humedad y el daño mecánico. “Otro factor a tener en cuenta es la limpieza que debe tener toda la maquinaria al momento de la cosecha”, aporta Albornoz.
Ambos productores son históricos multiplicadores de semilla de Nidera y por el respeto por la calidad de la semilla que multiplican dicen, en referencia a la trilla que, “si algún lote tuvo algún problema puntual, directamente se descarta. No se guardan semillas que no estén dentro de los parámetros requeridos”, reflexiona Albornoz.
“En nuestra experiencia, las sojas que mejor se adaptan a nuestra región son las de Nidera”, confiesa el directivo de Granero SRL. Para él, la última gran sorpresa provista por la semillera fue la NS 5028 STS, un cultivar RR1 y con tecnología STS para el control de malezas.
Esta variedad del grupo 5, recientemente lanzada y con rindes récord en toda la región, se destaca por su estabilidad en todos los ambientes de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba.
Destacado resulta el comportamiento de esta genética que, en Victoria, consiguió rindes superiores al promedio de toda la red de variedades de Nidera, con valores promedio que alcanzó el record de 57 quintales por hectárea.
Para finalizar, Albornoz considera que la principal fortaleza es respetar al máximo las distintas normas y procedimientos para que en el incremento de la semilla original no se pierda la calidad genética.
“Más allá de los volúmenes de venta, respetar la calidad genética es lo más importante para nosotros”, culmina.