Los ya conocidos Marcelo Carmona, Francisco Sautua y Julio Scursoni, docentes de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) alertan sobre la actualidad de tales adversidades y recomiendan alternativas para manejarlas.
Para Marcelo Carmona, docente de la cátedra de Fitopatología de la FAUBA: “Las principales enfermedades del trigo en la Región Pampeana son la roya amarilla, la roya naranja y la mancha amarilla. En los últimos años se vio que pueden aparecer más temprano o más tarde de lo acostumbrado, e incluso hasta se pueden presentar de repente, como sucede con la roya amarilla desde hace tres años. Esta última enfermedad se volvió muy agresiva y prevalente, y como es muy destructiva en el caso de cultivares susceptibles, es fundamental controlarla a tiempo”.
Según al información del Servicio de Divulgación Científica “Sobre La Tierra” (SLT-FAUBA), Carmona señaló que en el caso de la roya naranja, al igual que todas las royas, llega a los lotes con el viento. Esta enfermedad también es agresiva y el productor debe tener en cuenta que los fungicidas con moléculas triazoles ya perdieron eficiencia para controlarla.
Por su parte, Francisco Sautua, docente de la misma cátedra, hizo hincapié en que el panorama actual para productores y técnicos se complejizó por el hecho de que las enfermedades empezaron a mostrar resistencias a ciertos fungicidas. “Para las royas, el control es a través de las variedades resistentes o tolerantes, y para la mancha amarilla se deben rotar los cultivos y tratar las semillas con moléculas eficientes. Una vez instalada la enfermedad, se deberían aplicar fungicidas en base a un criterio científico”.
Por último, ambos docentes coincidieron en remarcar la necesidad de que los productores se capaciten, se informen y luego actúen. “La rentabilidad está directamente relacionada con el conocimiento invertido por hectárea. Por ejemplo, es deseable que se desarrollen programas de manejo integrado que incluyan la elección de genotipos resistentes, rotaciones de cultivos, tratamiento eficiente de las semillas, una fertilización equilibrada, monitoreo frecuente, aplicación de fungicidas y uso de controladores biológicos y activadores de las defensas como los fosfitos. En este punto, es clave que el productor no realice aplicaciones innecesarias y que, cuando las haga, respete las dosis indicadas en los marbetes sin dividirlas ni bajarlas”, destaca la publicación de SLT-FAUBA.
Julio Scursoni, docente de la cátedra de Producción Vegetal de la FAUBA, aseguró que “pensando en un lote destinado a sembrar trigo o cebada nos tenemos que centrar en las malezas de ciclo otoño-invierno-primaveral. Probablemente, las más abundantes en gran parte de la Región Pampeana son Conyza bonariensis y Conyza sumatrensis, conocidas ambas como ‘rama negra’. Pero también hay otras que pueden competir con los cereales de invierno y bajar los rendimientos, como el raigrás (Lolium spp.), y las de la familia botánica crucíferas, como la ‘nabolza’ (Brassica rapa), el ‘nabón’ (Raphanus sativus) y el ‘nabillo’ (Hirschfeldia incana)”.
“Es importante controlar inicialmente Conyza para que no se complique hacerlo a la salida del invierno y principios de primavera. Si el lote que va a trigo contiene rama negra, se recomienda realizar una aplicación al comienzo del barbecho combinando glifosato con un herbicida de los llamados auxínicos. Hay que tener presente que este control es sencillo cuando se encuentra en un estado de roseta hasta las 4 ó 6 hojas, pero se dificulta cuando llega a los 10 cm de altura”, indicó Scursoni, quien también es el actual presidente de la Asociación Argentina de Ciencia de las Malezas.