Con el inicio de la siembra de trigo, la Fundación Mediterránea-IERAL, de la provincia de Córdoba, analizó el ciclo que hay por delante: la campaña 2020-21.
Antes de hacer un análisis en perspectiva, sobre los riesgos por delante, la entidad citó que la cadena triguera aseguró un contribución que promedió los 2.794 millones de dólares en los últimos tres años, explicando el 4,5% de las exportaciones totales de bienes del país.
Además, dice el trabajo, este aporte de divisas se concentra a fines y comienzos de año, ayudando a balancear la estacionalidad fuerte que tienen los envíos de los otros granos, como la soja y el maíz.
Para la campaña actual, el informe de la entidad cita hay tres cuestiones que generan preocupación entre los productores y, por ende, desalientan la inversión en este inicio del ciclo agrícola 2020/2021: evolución del clima (riesgo productivo), la carga tributaria y las últimas y crecientes restricciones de acceso al mercado de cambios (riesgo institucional).
RIESGO PRODUCTIVO
Los índices de humedad en suelo (%IHS) son satisfactorios en algunas zonas productivas, permitiendo el avance de la siembra, pero no en otras.
En Buenos Aires, el IHS (Junio 2020) se encuentra próximo a 50%, en sintonía con los 5 años previos. Sin embargo, en Córdoba el índice está 20-35 puntos, por debajo de la media de los últimos 5 años; en Santa Fe, 10 puntos por debajo de lo observado en las campañas previas y, en La Pampa, el IHS está 20 puntos abajo respecto a las campañas anteriores.
En las zonas donde el IHS está muy bajo y no se esperan lluvias en los próximos días, el área sembrada con trigo seguramente se contraerá respecto de la del año previo; muy probablemente esto sea lo que termine sucediendo por ejemplo en el caso de Córdoba.
RIESGO DE MERCADO
Según el estudio, los precios internacionales actuales de trigo entusiasman la decisión de sembrar el cereal, no tanto así los precios que indican los mercados de futuros para los meses de cosecha.
El mercado irá ajustándose, según: cómo evolucione la producción en los países que están arrancando la siembra y qué tan golpeadas queden las economías de las regiones importadoras, una vez que se supere el COVID-19.
También serán determinantes las políticas comerciales y el trato hacia las exportaciones que apliquen los exportadores relevantes de Europa del Este e incluso la propia Argentina.
RIESGO INSTITUCIONAL (REGLAS DE JUEGO)
Otra regla de juego que ha sufrido muchos cambios tiene que ver con el mercado cambiario. Las restricciones cambiarias generan múltiples tipos de cambio.
El problema para el sector agropecuario es que sus productos se comercializan al tipo de cambio más bajo, mientras que muchos de sus insumos importados formarán precio mirando el tipo de cambio más alto.
El hecho que el Banco Central de la República Argentina vaya cerrando y entornando puertas de acceso al mercado cambiario oficial termina derivando en una doble penalización al sector, los granos valen menos en el mercado interno no sólo porque son castigados por impuestos a la exportación diferenciales, sino porque van quedando cada vez más solos en el pelotón de productos que siguen al tipo de cambio oficial en su proceso de formación de precios.
El clima enrarecido en materia de abastecimiento de divisas oficiales a empresas proveedoras de insumos críticos, no sólo puede desalentar la siembra, sino también afectar la productividad de la tierra (rindes medios) si el paquete tecnológico (fertilizantes y demás) se ve resentido por desabastecimientos o aumentos de precios importantes de estos productos en el mercado.