Un estudio de la Facultad de Agronomía (UBA) analizó los requisitos de calidad que demandan los compradores externos a los fruticultores argentinos. Las exigencias de los mercados externos fueron presentados en el sitio de divulgación científicas “Sobre la Tierra”.
“La exigencia principal hacia las producciones frutihortícolas es que comprueben la inocuidad de los alimentos, tanto en el proceso de producción en el campo como luego, al manipularlos e industrializarlos. También se demanda demostrar responsabilidad social, que incluye desde asegurar el registro formal de los empleados, cumplir con los salarios adecuados a sus labores hasta condicionar la seguridad en la producción. Y otras exigencias que están surgiendo tienen que ver con el comercio ético y el cuidado del ambiente”, manifiesta Enrique Kurincic, de la cátedra de Administración Rural de la Facultad y Especialista en Agronegocios y Alimentos en la Escuela para Graduados, de acuerdo a un trabajo de tesis que relevó a productores, asesores técnicos, cámaras y asociaciones de productores de frutas de exportación de distintas partes del país.
DEMANDAS
“Las demandas externas de calidad comenzaron en la década del ‘90. Una buena cantidad productores se adecuó y, si bien las exigencias cambiaron con el tiempo, aquellos que las venían siguiendo lograron acomodarse”, dijo Kurincic.
De acuerdo a las investigaciones que llevó adelante el experto, una de las principales limitantes que encuentran los productores es la falta de costumbre en registrar las actividades de la explotación frutícola.
Por su parte, Kurincic destacó que aquellos productores que comenzaron a registrar sus actividades lograron acceder a las certificaciones y mejoraron de forma sustancial el control y la gestión de sus procesos y, con ello, sus resultados económicos y operativos.
Para concluir, el experto manifestó: “Entiendo que, a veces, se consideran que estas demandas representan ‘barreras’ al comercio. Por mi parte, creo que al atenderlas se abren posibilidades para enriquecer los sistemas productivos, incluso para el mercado interno y sus consumidores”.
Por Sebastián M. Tamashiro