Frente la crisis económica que provoca el coronavirus en todo el mundo, el empresario Hoang Tuan Anh puso a disposición,de miles de vietnamitas unos sencillos dispensadores automáticos de arroz gratuito.
“Mucha perdieron sus empleos al cerrarse sus negocios. Quería ayudar, pero no tengo gran capacidad financiera, así que elegí donar arroz para que todo el mundo pueda comer. Lo hago a través de estos ‘cajeros automáticos’ que funcionan 24 horas al día para que nadie se exponga a infectarse cuando entrega el arroz”, declaró a Efe el creador del proyecto y propietario de PHG Lock, una empresa de cerraduras inteligentes.
Aunque Vietnam es uno de los países que mejor están conteniendo la epidemia de COVID-19, con 267 casos y ningún muerto, las medidas de distanciamiento social impuestas por el Gobierno desde abril y la ralentización económica general afectaron a miles de negocios y dejaron sin ingresos a millones de personas.
Para retirar el arroz se debe hacer una fila (suele ser de unas 50 personas) y mantener ordenada la posición de avance gracias a marcas en el suelo que indican dónde colocarse para respetar la distancia de dos metros; igualmente en la parte final de la fila se comienza a descontrolar, con apelotonamientos que los empleados de PHG Lock y la policía contienen a duras penas.
Cuando alcanzan la parte delantera de la fila, los organizadores les piden que se quiten los sombreros y bajen un poco la mascarilla (obligatoria en todo el país) para que el sistema de reconocimiento facial compruebe que si es la primera vez que van en el día.
“No queremos que la gente haga negocio o la use varias veces en un mismo día. Algunos se cambian de ropa y de sombrero para intentar llevarse el arroz varias veces”, explicó Jolie Nguyen, una de las trabajadoras que trata de evitar irregularidades.
En su mayoría acude gente que se vio especialmente afectada por las medidas de distanciamiento social, como Tuoi, un mototaxista que asegura haber reducido sus ingresos en un 70% y que no espera que la situación mejore en los próximos días.
Cuando llega su turno coge una bolsa de plástico y la coloca debajo de un pequeño tubo adherido a la pared por el que cae el arroz hasta alcanzar el kilo y medio estipulado, con el que espera aguantar cinco o seis días.