La festuca alta es la gramínea templada perenne más difundida en los sistemas de carne y leche de las áreas húmedas y sub húmedas del país por su elevada plasticidad ambiental, tanto en siembras puras como en mezcla con leguminosas (alfalfa, lotus y trébol rojo o blanco). Los cultivares continentales (alta producción primavero estival) dominan sobre los mediterráneos (concentran su producción entre otoño y primavera con altos niveles de detención del crecimiento estival durante verano secos).
Dado que la ganadería compite por un recurso caro y finito como es la tierra, el éxito de la pastura de festuca alta dependerá de la eficiencia con que se apliquen, tanto las tecnologías de insumos (correcta preparación de la cama de siembra, uso de semilla de calidad en fecha aconsejada, fertilización con fósforo y nitrógeno y control de malezas, principalmente) como las de proceso (conocimiento para producir y cosechar el forraje).
Dentro de las tecnologías de insumos, el objetivo de implantación debe ser lograr un mínimo de 150 a 200 plantas/m2 que asegure una pastura productiva y persistente en el menor tiempo posible. El segundo aspecto se relaciona al manejo de la pastura que es donde se efectiviza la producción final. Es importante tener presente que de nada sirve elegir un cultivar superior ni implantar correctamente la pastura si no va acompañado por un sistema de pastoreo adecuado.
En los últimos años se ha generado información de base sólida a nivel nacional, que ha permitido diseñar estrategias eficientes de producción y utilización de forraje de alta calidad nutritiva para las especies que se sintetizan a continuación.
El primer pastoreo debe realizarse ni bien las plantas estén arraigadas, lo cual favorecerá el macollaje evitando la formación de matas que disminuyen la persistencia y calidad de la pastura.
De las decisiones que se tomen cada año entre fines de invierno y principios de primavera dependerá tanto la acumulación de forraje como la producción animal durante todo el año. En este momento se aconseja reducir al mínimo la encañazón por un pastoreo muy intenso (5 cm), evitando la muerte de macollos que florecen y estimulando el desarrollo de nuevos macollos. Dado que la temperatura del suelo es baja a la salida del invierno habrá escasa mineralización de la materia orgánica. Por lo tanto, será conveniente la aplicación de no menos de 50 – 60 kg urea/ha tanto en cultivos puros como en mezcla con leguminosas. El éxito de la fertilización nitrogenada requiere que previamente se corrija la carencia de fósforo que no debe ser menor a 15 ppm.
El resto del año debe pastorearse antes que comience la muerte de hojas (intervalos de 30-45 días a condición que las precipitaciones sean adecuadas), dejando un remanente de alrededor de 7 cm.
Las herramientas citadas anteriormente no son estáticas y están en continua evolución como se va ganando conocimiento. Además, deben ser pensadas en el sistema de producción específico en que se emplearán.
Como ya se mencionó, Entre Ríos presenta veranos particularmente cálidos, como los de 2008-09 y 2019-20 como ejemplos extremos. El fenómeno que es característico del área, se acentúa cada vez más como resultado del aumento de la temperatura causado por el calentamiento global. Por lo tanto si además de las prácticas básicas recomendadas no resolvemos el manejo estival, la persistencia de la pastura se comprometerá. Es así que frecuentemente la festuca alta generalmente se ralea el tercer verano y se compromete irreversiblemente su capacidad productiva.
En la EEA Concepción del Uruguay se está trabajando sobre los aspectos enunciados en el párrafo anterior. Empíricamente se ha observado que las plantas de festuca alta en consociación con alfalfa sortean en mejores condiciones el verano, favorecidas por el sombreo que la leguminosa hace sobre la gramínea. Este hecho está apoyado en información experimental que indica que una menor temperatura en la base de las plantas de festuca, donde se encuentran las yemas que producen nuevas hojas y macollos, incrementaría la supervivencia estival y posterior rebrote otoñal de las mismas.
En tal sentido, se están utilizando alturas remanentes al pastoreo en verano no menores a 10 cm para proteger las yemas, combinadas con distintos manejos el resto del año, especialmente en la salida del invierno.
Se espera, en un lapso de tiempo relativamente corto, dar respuesta a una inquietud altamente sentida por los productores ganaderos que utilizan este recurso.