El lunes 9 de marzo el campo inició el primer paro al gobierno de Alberto Fernández como consecuencia de una nueva suba de las retenciones a las exportaciones, asfixiando aún más al sector con más cargas impositivas.
Argentina está estancada económicamente desde el 2011. Desde ese año intercalamos subidas y bajadas de la actividad, haciendo que el PBI oscile alrededor de un mismo nivel (creciendo en años electorales y cayendo en años no electorales, excepto en el 2019 que también sufrimos una caída). Paradójicamente, la gran parte de actores políticos afirman que la receta para salir de esta recesión es a través de las exportaciones para generar los dólares genuinos que tanto le hacen falta a nuestro país.
Se suele decir que del dicho al hecho hay un largo trecho, y en este caso no es la excepción. El Gobierno parece que hace todo lo posible para que los sectores que más exportan produzcan menos y que entren menos dólares al país.
El mejor ejemplo de esta situación es la situación del campo, que inició un cese de comercialización por 4 días a partir del 9 de marzo. El sector agroindustrial representó en 2019 el 63,7% de las exportaciones, es decir que de cada 100 dólares exportados casi 64 dólares fueron generados por este sector. Así, el sentido común diría que hay que incentivar a este sector para que incremente su producción, que aumente la competitividad y le venda al mundo sus productos. Sin embargo, en Argentina sucede todo lo contrario, y por esta razón somos de los pocos países que desincentivan al sector exportador para que produzca menos, con la excusa de que hay que ser “solidarios” para financiar un gasto público insostenible.
Recordemos que el gobierno de Alberto Fernández había “actualizado” las alícuotas del impuesto en diciembre, llevándolas del 24,7% al 30% pero en la ley de emergencia dejaba abierta la puerta para un incremento de 3 puntos porcentuales más, que se llevó a cabo el pasado 4 de marzo. Además, la implementación del cepo y su consecuente brecha con el dólar Contado con Liquidación (CCL) se generó una retención cambiaria del 27,70% ya que si un exportador debe vender sus productos a un dólar oficial de $62,50, pero cuando quiere volver a comprar dólares lo hace a un dólar de $86,50. Así, la retención total sobre un productor de soja llega al 51% de su producción.
El oficialismo argumenta que las protestas del campo son injustificadas porque va a haber compensaciones para los productores más chicos. A pesar de esto, el campo desconfía, dado que el Gobierno les va a cobrar primero el total de las retenciones para luego hacerle una devolución. Los productores temen que las devoluciones no se terminen haciendo, como ya sucedió en el conflicto del 2008, o que se utilicen dichos fondos para negociar.
Como podemos ver, el gobierno del Frente de Todos está en una constante contradicción entre el fin que quiere lograr (aumento de las exportaciones) con los medios (retenciones). El día que decididamente le saquemos el pie de encima eliminando todas las retenciones el campo va a incrementar de manera fenomenal el nivel de producción, generando más trabajo y más dólares para el país, y traccionando los sectores que se relacionan con el campo de manera indirecta como, por ejemplo, el sector del transporte que se encarga de llevar la producción a los puertos. Una evidencia de esto fue la cosecha récord de 136 millones de toneladas que hubo luego de que Cambiemos disminuyera a cero las retenciones al trigo y al maíz, y la disminución parcial de las de la soja en la campaña 2016/17.
Todos, estemos relacionados directamente con el campo o no, tenemos que evitar este atropello contra el sector más productivo del país porque tarde o temprano, si siguen exprimiéndolos, los van a terminar por fundir y Argentina se va a quedar sin el principal generador de divisas. Es ahora cuando hay que salir a defender al campo, mañana será tarde.