Técnicos del INTA analizaron el impacto de la orientación de hileras sobre el desarrollo de las plantas, el microclima de la canopia, y la calidad química y organoléptica de uvas y vinos. Destacaron los beneficios de las orientaciones este-oeste y noroeste-sudeste, poco implementadas en la región.
“La orientación de las hileras y el sistema de conducción son factores determinantes en la interceptación de la radiación, el microclima de los racimos y la calidad de la producción. Aunque hay poca información local sobre la influencia de la orientación de las hileras sobre el comportamiento fisiológico de las vides y la composición química de las uvas”, destacó Martín Fanzone, investigador del INTA Mendoza.
De acuerdo con los ensayos, el investigador confirmó que las orientaciones este-oeste y noroeste-sudeste, poco implementadas en la región, mostraron una mayor síntesis de compuestos fenólicos en las bayas, debido a un menor impacto de la radiación solar y, en especial, de la temperatura durante el período de maduración.
“Esto evitó la degradación de los compuestos químicos de importancia sensorial responsables del color y de atributos en boca en el producto final”, detalló Fanzone.
En este punto, aclaró que “los compuestos fenólicos son uno de los parámetros de calidad más importantes en los vinos tintos y pueden variar considerablemente según el cultivar, las prácticas agronómicas, el microclima de la canopia y la exposición del racimo”.
A su vez, el especialista explicó que “la orientación este-oeste presentó la mayor acidez de las uvas en cosecha, comparada con las otras orientaciones, debido probablemente a una menor temperatura de los racimos y, por lo tanto, menor degradación durante la maduración”.
Por el contrario, hubo una tendencia de aumento del contenido de antocianinas y flavonoles (≈20 – 30 %) en uvas de la orientación este-oeste y NOSE en comparación con NESO.
“Probablemente debido a una mayor fotosíntesis, ya que las hojas están expuestas a la radiación solar en condiciones ambientales menos agresivas para la planta”, especificó Fanzone.
En cuanto a su composición química, Fanzone confirmó que “independientemente de la madurez de las bayas, los vinos de las distintas orientaciones de plantación mostraron niveles similares de acidez y pH. Sólo en los vinos de la primera cosecha (23°Brix) la orientación de hileras modificó el contenido de antocianinas que aumentaron en un 30 y 20 % en los vinos EO y NOSE.
“Para las condiciones agroecológicas de la zona de estudio las orientaciones EO y NOSE favorecieron la obtención de uvas y vinos Malbec con mayor concentración de compuestos fenólicos, generando productos diferenciales”, concluyo Fanzone.