Un grupo de técnicos del INTA Corrientes propusieron estudiar el impacto ambiental en arroz desde la siembra hasta su distribución para detectar oportunidades de mejora en la cadena, a través de indicadores como el ciclo de vida y la huella ambiental.
En un contexto mundial de creciente preocupación por el impacto ambiental de las diversas actividades productivas, indicadores como la huella ambiental o el análisis de ciclo de vida cobran mayor relevancia.
“Todos los procesos productivos repercuten en el ambiente y, por lo tanto, emiten gases de efecto invernadero”, declaró Susana Maciel, investigadora del Laboratorio de semillas y calidad de granos del INTA. En este sentido, detalló que, particularmente en el cultivo de arroz, el de mayor impacto es el gas metano (CH4).
En esa línea, la investigadora expresó que “el primer paso para reducir sustancialmente las emisiones es la determinación de las huellas”. Además, aseguró que “sólo así se podrán disminuir los riesgos climáticos a lo largo del siglo XXI, ampliar las perspectivas de una adaptación efectiva, reducir los costos y los desafíos de mitigación a largo plazo y contribuir para que el desarrollo sostenible sea resiliente al clima”.
Detectar los puntos críticos o de mayor emisión dentro del proceso productivo, permitirá transparentar la información sobre el impacto de los sistemas productivos, al tiempo que habilitará la detección de oportunidades de mejora de la eficiencia.
Según la investigadora, esto permitirá la planificación estratégica del sistema productivo, comparar productos o tecnologías e identificar oportunidades para mejorar el desempeño ambiental de productos en distintas etapas de su ciclo de vida.
Con respecto al análisis de las emisiones en la cadena del arroz, por primera vez los investigadores evalúan las emisiones en base a la masa de dióxido de carbono equivalente que emite el proceso de producción arrocero, desde la siembra hasta la puerta del establecimiento y esto implica conocer la carga ambiental que tiene la materia prima.
Según el inventario nacional de gases de efecto invernadero (GEI), el 52,5 % de las emisiones de la Argentina corresponden al sector energético, el 39,2 % a la agricultura, ganadería, silvicultura y otros usos de la tierra, el 4,5 % a la industria y el 3,8 % a los residuos.