Cada dos años, desde el año 2013, la Red en Conocimiento de Malezas Resistentes (REM), de Aapresid, hace un relevamiento nacional de las principales malezas resistentes y tolerantes que crecen en el campo argentino.
Este año, se cubrieron 29 millones de hectáreas agrícolas. De este relevamiento surgen mapas que son de utilidad para diferentes actores de toda la cadena productiva.
Respecto a las malezas que presentan la mayor dispersión geográfica, la rama negra se ubica en el primer puesto con presencia en el 99% de los partidos y departamentos relevados, seguida por el yuyo colorado, con el 90%. Luego le siguen las gramíneas como, pata de gallina, sorgo de Alepo, clorideas y capín, que rondan el 70%-80%.
Un escalón más abajo se encuentra el raigrás, con el 60% y, por su parte, botoncito blanco, Pappophorum y gonfrena perenne, con el 40%-50% de presencia. Las diez malezas mencionadas son resistentes o tolerantes a glifosato, 60% de las cuales son gramíneas y el 40% restante latifoliadas o de hoja ancha.
Sin embargo, lo más importante del relevamiento surge en la segunda lista ya que no solo aparecen malezas resistentes y tolerantes a glifosato, sino también a varios sitios de acción, como los ALS, graminicidas ACCasa y hormonales.
Es decir que, si bien las malezas de mayor dispersión geográfica son las resistentes y tolerantes a glifosato, están en franca expansión biotipos resistentes a otros herbicidas, en muchos casos con resistencia múltiple con glifosato.
Claramente esto complejiza y encarece aún más el manejo y remarca la importancia de un enfoque integral, no alcanza con solo cambiar de herbicida. Monitoreo, rotaciones, cultivos de servicio, aplicaciones selectivas, ya no son una opción, sino una necesidad.