De la mano de la tecnología y la investigación, un grupo de investigación, expuso sobre los ensayos en siembra aérea, una de las prácticas agrícolas que innova y a la vez logra mitigar los impactos ambientales.
El sobrevuelo de un avión aplicador sobre un paño verde de maíz, para un observador inadvertido, podría significar la pulverización aérea con fitosanitarios o insecticidas; y hasta podría generar algún alerta en un desconocedor de las prácticas agrícolas, en particular si la labor ocurre en alguna zona periurbana.
Pero en este caso se trata de una práctica amigable con el ambiente, la siembra aérea de un cultivo, destinado al control de malezas resistentes, y el consecuente menor uso de herbicidas.
La estrategia, que ya ganó terreno en la zona centro-norte de Córdoba, busca neutralizar malezas invernales (parietaria, rama negra, bowlesia, descurainia) y otras de ciclo estival, entre las que sobresale el yuyo colorado (Amaranthus hybridus y Amaranthus palmeri). Este último ya avanzó sobre más de seis millones de hectáreas en la geografía productiva del país.
En las últimas campañas, los cultivos de cobertura comenzaron a estar en el radar, y en esta región el centeno, una gramínea anual, se posiciona como una de las mejores para atacar las “malezas problema”.
El equipo de investigación que comanda el Ingeniero Agrónomo Luis Lanfranconi (Inta-Universidad Católica de Córdoba), junto a Julián Oliva y Lucas Remondino, expuso sus ensayos. En los últimos tres años, este equipo realizó ensayos con distintos herbicidas y planteos de manejo de malezas con opciones tales como: sin cultivo de cobertura, con rastrojo de centeno y con rastrojo de trigo.
En las parcelas se observó que el yuyo colorado prolifera de manera agresiva en los espacios sin cobertura, dentro del cultivo de soja. En cambio, en el rastrojo de centeno, la ausencia de la maleza salta a la vista.
En un ranking de resultados positivos, se encuentra en primer lugar al centeno. Luego se encolumnan trigo, niveles de rastrojo altos, rastrojos medios y sin rastrojo. “Donde más problemas tenemos es donde hay rastrojo bajo o sin rastrojo y sin herbicida”, menciona el técnico.
Con respecto a lo que se viene, el Ingeniero Remondino, remarcó la importancia de evaluar y convalidar, a nivel de laboratorio, el efecto alelopático de los cultivares citados. “El centeno se presentó como el más rústico frente a las heladas y con menor consumo de agua, una limitante importante en la zona centro norte de Córdoba; y tampoco tiene patógenos”.
La siembra aérea de centeno sobre el lote de maíz en estadio de madurez fisiológica (el cultivo ya no consume más agua y nutrientes) se realizará a fines de este mes. El costo del vuelo ronda los 30 dólares por hectárea pero, según los técnicos, el productor deberá verlo como una inversión de la que no tendrá rédito inmediato. Después de la cosecha, el centeno emerge como cobertura tras la recolección de maíz.
“Si el cultivo de cobertura va a cosecha y no tenemos suficientes precipitaciones, impactará en el rendimiento del cultivo siguiente de verano. Por eso, no podemos hacer fácilmente trigo después de soja. Lo podemos hacer en los años en que tenemos un perfil saturado o con precipitaciones altas. Entonces, el centeno cierra como cobertura porque es el que menos agua consume para ofertar un volumen de rastrojo”, explica Lanfranconi.
De abril a octubre, el cultivo de cobertura reemplaza la acción de los herbicidas; se utiliza una sola aplicación para “secarlo”. Luego, entran en el sistema el grupo de herbicidas pre emergentes para defender a la soja o el maíz.
“Si la problemática de malezas es importante, motivo por el cual se recurre al cultivo de cobertura, lo que este garantiza es la eficiencia de los herbicidas (incluido el costo). Si uno pone la misma plata en herbicidas con o sin cobertura, habrá mucho más escape de malezas en este último caso. Con lo cual será necesario repasar y volver a más aplicaciones para limpiar el lote”, señaló el Ingeniero Lanfranconi.