Luego de 150 días de tormentas que pasaban de largo, las primeras lluvias de importancia se materializaron en La Pampa y el centro y oeste de Buenos Aires, y aunque fueron buenas, estas no alcanzaron para revertir la falta de agua.
En un informe realizado por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), los acumulados fueron entre 30 a 50 milímetros, y a pesar que no alcanzaron, aún así fueron de crucial importancia para poner en marcha las siembras.
Dos sistemas precipitantes que se complementaron y dejaron lluvias en toda la Región Pampeana. El primer frente produjo precipitaciones entre el 20 y 22 de noviembre y benefició a la franja central de Buenos Aires, sur de Santa Fe, suroeste de Entre Ríos y norte de Córdoba.
El segundo fue un sistema de tormentas muy esperado porque complementaría los sectores que habían quedado sin lluvias. Se pronosticaba que llegaría a grandes áreas del oeste y cruzaría por el medio de la región pampeana con dirección noreste; y contaría con mayor capacidad de dejar lluvias generalizadas y de mayor volumen.
El sistema de tormentas efectivamente se batió y en La Pampa dejó acumulados de 30 a 40 milímetros. En Buenos Aires fue fundamental para alcanzar la franja oeste y sumar milímetros en el centro provincial.
El total de lluvias que dejaron las últimas cinco jornadas suman de 30 a 50 mm. También el sur cordobés recibió lluvias, los acumulados van de los 30 a 40 mm.
Para reponer las reservas de los suelos en las áreas más necesitadas hacían falta 150 milímetros. Estos valores no alcanzan para revertir el escenario, pero permitirán reactivar las siembras de maíz y soja.
Para esta época, la siembra de la oleaginosa en La Pampa suele cubrir casi la mitad de la superficie intencionada. Sin embargo, en este año todavía no arrancó por la falta de agua. En una campaña sin aportes extras de humedad del Pacífico y del Atlántico, si estas lluvias no se llegaban, los cultivos de maíz y soja hubieran quedado sin posibilidades productivas.
Las lluvias en la región núcleo alcanzaron un total de 40 o 45 milímetros. Estos registros son muy oportunos para los maíces tempranos, ya que el estrés hídrico era notorio en buena parte de la región a quince días de comenzar el período crítico (ver mapa).
También destrabará las siembras de soja de segunda de los cuadros que vayan liberando las cosechadoras con trigo. “Necesitamos más lluvias para que los maíces cuenten con reservas en los suelos y puedan pasar enero sin daños”, comentan los ingenieros del área.