El Proyecto Seda coordinado por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y otros organismos latinoamericanos, busca contribuir a la reducción de la pobreza mediante el desarrollo sericícola con enfoque sustentable y agregado de valor local. Con ese objetivo, convocaron a productores, artesanos, escuelas e instituciones a presentar sus ideas proyecto, hasta el 30 de enero.
“En la Argentina hay alrededor de 400 productores de seda. Y, si bien los volúmenes de producción se mantienen constantes, la demanda no para de crecer”, indicó Francisco Pescio, coordinador del INTA en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
“Los productores familiares y artesanos venden absolutamente todo lo que generan y, de hecho, uno de los problemas es que la producción no alcanza a abastecer la demanda”, aseguró el técnico del INTA.
Entre los principales obstáculos que tiene la actividad, Pescio se refirió a la limitada cantidad de huevos de Bombyx mori, el gusano que genera la fibra.
“El Proyecto Seda está financiado por la Comunidad Económica Europea, con ese dinero se aumentará la capacidad técnica y organizativa de las organizaciones beneficiarias y se fortalecerá el desarrollo de tecnologías apropiadas de sericultura sostenible”, indicó Pescio.
Del mismo modo, se mejorará el acceso a insumos críticos para la producción sericícola en América Latina a fin de fortalecer la cadena de valor de la seda y mejorar su producción. Además, se fortalecerá la comunicación y la cooperación horizontal Sur-Sur.
También tiene entre sus objetivos el promover y alentar la inclusión de buenas prácticas en la producción sericícola, como forma de mejora en los ingresos, inclusión social y creación de fuentes de trabajo genuinas.
“El fondo de apoyo tiene un monto total de 500 mil euros para toda América Latina, de los cuáles 40 mil son para la Argentina”, explicó Pescio.
Este dinero dependerá de cada propuesta y estará destinado a fortalecer aspectos relacionados con la infraestructura, equipamiento e insumos, gastos de insumos.
Entre los candidatos al fondo están las Cooperativas, asociaciones, instituciones educativas, personas que realizan actividades productivas relacionadas con la sericicultura, así como entidades gubernamentales de Argentina, Brasil, Cuba, Colombia, Ecuador y México.
¿En qué consiste la sericultura?
El cultivo de la morera, la cría del gusano de seda y la elaboración de productos con esa fibra son los tres elementos que definen a la actividad.
“En nuestro país, está orientada a la agricultura familiar y la realizan principalmente las mujeres artesanas”, explicó el extensionista del INTA.
Se trata de una actividad de base agroecológica, con fuerte impronta en el trabajo de género. Esta producción requiere bajos niveles de inversión y es amigable con el ambiente, ya que los gusanos de seda son extremadamente sensibles a insecticidas. La producción se distribuye en el noroeste, noreste y la zona centro del país.
La actividad no requiere de grandes superficies, tecnologías específicas o mano de obra calificada. Sin embargo, es imprescindible contar con un socio: el gusano Bombyx mori, originario de China, el país que comenzó a producir seda en los tiempos del emperador Ho-Sang-Si, cinco mil años atrás y, aún hoy, domina el mercado mundial.
El gusano come la hoja tierna recién cosechada y, con ese régimen, logra un crecimiento asombroso.
“En 45 días, aumenta 8.000 veces su tamaño y, al finalizar su ciclo, construye un capullo que está hecho de seda”, señaló Pescio.
Cada capullo está elaborado con un único filamento que tiene una longitud de dos kilómetros y alcanza un peso de 1,5 gramos. De este modo, de un kilo de capullos pueden obtenerse unos 300 gramos de hilo de seda.