En la Argentina, las granjas de aves ponedoras podrían ser un foco de contaminación si no se tratan adecuadamente los 1,5 millones de toneladas de heces que generan por año. Por este motivo, el INTA junto a la Universidad de Buenos Aires, evaluaron cómo transformar los excrementos (guano) de las gallinas ponedoras para reducir su impacto ambiental y para aprovecharlos como abono en suelos agrícolas.
La producción de huevos en la Argentina creció de forma notable a partir del año 2003. Las granjas avícolas aumentaron en número y, a su vez, también incrementaron su productividad en base a nuevas tecnologías. A partir de este cambio productivo, tales establecimientos comenzaron a generar una mayor cantidad de residuos que, sin un tratamiento adecuado, pueden constituir un foco de contaminación y de plagas.
“Hay que prevenir los malos olores y la contaminación de suelo, aire y agua que el guano puede generar. Una forma es aprovecharlo como insumo para otras actividades, ya que contiene nitrógeno, fósforo y otros compuestos químicos útiles para mejorar suelos agrícolas”, indicó Pedro Rizzo, profesional del Laboratorio de Transformación de los Residuos y estudiante de Doctorado en Ciencias Agropecuarias de la EPG-FAUBA.
“Es importante reducir el contenido de patógenos y de materia orgánica en el guano, para prevenir impactos negativos en el ambiente y en la salud de los trabajadores que la manipulan; y esto se puede lograr mediante el compostaje, así que evaluamos distintas formas de realizarlo”, aseguró Rizzo.
El investigador explicó que el compostaje es el proceso en el que ciertos microorganismos aeróbicos (requieren oxígeno para desarrollarse) degradan los restos orgánicos. “Como resultado de esa actividad microbiana, la temperatura del guano aumenta, y al superar los 55 °C durante cierto tiempo, el compost se ‘higieniza’ (se eliminan patógenos, semillas de malezas y larvas de insectos)”.
“Agregamos otros residuos agrícolas como aserrín, viruta o y chips de poda y registramos la mayor actividad microbiana, donde se alcanzaron las temperaturas más altas, se estabilizó la materia orgánica y se disminuyó la toxicidad y el contenido de patógenos del material inicial”, puntualizó.
Para finalizar, el investigador remarca que esta es una tecnología simple y económica que al valorizar los residuos agrícolas locales también promueve la sustentabilidad de los sistemas productivos. Además es una alternativa para los productores que no sepan que hacer con los desechos de los animales.
“Aún falta información para difundir el tratamiento y el uso productivo de residuos orgánicos, y también faltan sistemas de gestión que faciliten a las granjas elaborar y comercializar las enmiendas”.