La última campaña de verano todo el país observaba que las lluvias no le daban tregua al nordeste argentino. Ciuidades, pueblos y campos fueron azotados por las inundaciones. El agua se fue y, un año después, la producción agropecuaria busca transformar todo el excedente subsuperficial en más toneladas de granos.
“Después de las inundaciones, la zona está muy bien. Los excedentes escrurrieron y drenaron. En los campos en los que los excesos demoraron más en retirarse, reiniciaron sus tareas entre agosto y septiembre. Después de las inundaciones, todo lo que se sembró de trigo y girasol se hizo en fecha ideal”, le cuenta a Infocampo el asesor técnico chaqueño Martín Canteros, quien recorre el centro y sudoeste de Chaco, y el este de Santiago del Estero.
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Entusiasmado con el resultado de rinde de trigo, que comenzará a trillarse esta semana, el técnico comenta que “tendremos rendimientos que hace, por los menos, más diez años que no vemos. Campos que sembraron el cultivo, pero que nunca manejaron tecnología, tendrán rindes superiores a los 30 quintales por hectárea. En general, en la zona se espera ese promedio de rendimiento”, dice el técnico, a lo que agrega que no pasa los mismo en el caso del girasol, que sufrió otro tipo de eventos climáticos en el invierno, como las heladas. Sin embargo, como el cultivo tiene buen precio, se espera que la falta de rinde se compense por precio.
Aunque la realidad en el campo ilusiona, las finanzas de las empresas no tienen la misma condición. “Todas las empresas están desfasadas en sus pagos, con deudas a pagar con la cosecha de trigo o girasol o soja. Lo financiero recayó sobre los negocios de la región. La mayor absorción de la deuda la hicieron las empresas de la región, en materia de insumos, combustible o respuesto de máquinas, entre otras”, dice Canteros.
Finalmente, explica que las expectativas son altas, financieramente el momento es crucial y también se espera “un campañón” de algodón, que se siembra los primeros días de noviembre, ya que hay mucha humedad guardada en el perfil.
Una historia similar cuenta el técnico Diego Sevila sobre lo que sucede en una zona más reducida del este de Santiago del Espero y una parte del oeste santafesino, comprendido entre Tostado y Villa Minetti (Santa Fe) y Los Juríes, Añatuya y Bandera (Santiago del Estero).
“Se salió con muchas complicaciones por las inundaciones el ciclo pasado, con cosechas de soja muy bajas, mermas del 30% al 40% y marcadas pérdidas de calidad. Pero con productores muy conscientizados de pisar el acelerador a fondo desde el punto de vista productivo, para reducir napa y practicando rotaciones. Se sembró mucho trigo, aunque tarde y de ciclo corto, lo que implica que se consume poca agua. Hoy, los campos que no tienen trigo, tienen girasol. De lo contrario, hay maíz sembrado temprano y también hay soja creciendo desde los primeros días de septiembre. Actualmente, hay un 80% del área sembrada“, dice el técnico.
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En esta combinación de cultivos, la zona espera “el desahogo financiero”. “Esta semana comenzamos la trilla de los trigales y se espera un promedio de 30 quintales por hectárea, pero las primeras maquinadas de prueba indicaron rendimientos por encimas de los 40 quintales”, admite Sevila.
Según explica, la mayoría de las empresas agropecuarias están concentradas en el aspecto financiero, por eso, hay un gran grupo de productores que hicieron baja inversión en insumos y “eso se nota en los lotes”, más allá que el estado de los trigales y los girasoles es muy bueno.
Fianalmente, advierte que muchas zonas no pudieron complir con el cometido invernal de “bajar napas, consumiendo el agua subsuperficial excedente”. De esta forma, dice que la situación aun es “drástica” ya que esa lámina de agua permanece todavía cercana a la superficie.
“Se marcó mucho la resiliencia de los productores de la zona este año para salir adelante, planificar la siembra, elegir los lotes para volver a implantar en junio/julio, y sabiendo que la campaña sigue siendo riesgosa, porque cualquier lluvia copiosa nuevamente marcaría los excedentes. Pero la alta expectativa está primando para aprovechar al agua”, concluye.