En junio de este año, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) disparó un alerta por una posible nueva invasión de langostas proveniente del Paraguay, de modo similar a lo que aconteció en junio de 2017.
El pronóstico fue acertado. El viento norte hizo lo suyo y provocó el movimiento de las mangas que estaban en el departamento Alto Paraguay, “bajaron” al Chaco Central (Departamento Boquerón) para, finalmente, ingresar al país el 12 de junio por la provincia de Formosa. La plaga continuó avanzando, según lo previsto, hacia Chaco, luego Santiago del Estero y, finalmente, Catamarca, La Rioja y Salta.
Este primer alerta de 2019 fue posible debido a la comunicación permanente que mantiene el Programa Nacional de Langostas y Tucuras del Senasa con el Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas de Paraguay (Senave), en el marco del Plan Regional de manejo de la langosta sudamericana junto a Paraguay y Bolivia.
Si hay algo que ha demostrado la experiencia (Argentina lleva más de 100 años lidiando con la langosta) es que es una plaga milenaria que necesita de estrategias y abordajes regionales para su manejo. Tiene un gran poder migratorio y no reconoce fronteras. En un día, una manga puede trasladarse hasta 150 kilómetros y, por ejemplo, cruzar de un país a otro en muy pocas horas.
Puede afectar a la actividad agrícola en forma directa y a la actividad ganadera de forma indirecta, alimentándose de los recursos forrajeros y producir daños, también, en la vegetación nativa. Es una plaga rural que se convierte en urbana llegando a pueblos y ciudades, donde persiste el recuerdo de mangas de langostas de la década del 40 del siglo pasado. No obstante, es necesario destacar que es un insecto que no afecta a la salud de las personas.
El trabajo intenso del Senasa lleva 120 días ininterrumpidos y se han monitoreado oficialmente alrededor de 4.000 sitios en 9 provincias.
Su voracidad y capacidad reproductiva determinan un alto riesgo para la actividad agropecuaria y requieren un estado de alerta y monitoreo constante a fin de detectar los momentos oportunos para el control de la plaga y evitar y minimizar sus perjuicios.
La emergencia
Desde la emisión del alerta se han activado todos los canales de comunicación y el Senasa coordina junto con los actores intervinientes las tareas a seguir ante la contingencia y emergencia fitosanitaria actual, extendida hasta el 31 de agosto de 2021 a través de la Resolución Senasa 1033/2019. Las acciones son definidas con los gobiernos provinciales y el sector privado en el marco del Comité Nacional de Crisis, creado oportunamente.
Cada provincia afectada tiene asimismo un comité provincial que adapta la estrategia nacional a cada territorio. Actualmente, varios equipos de trabajo están desplegados en las áreas afectadas en Salta, Catamarca y La Rioja, donde la vigilancia, el seguimiento y control de la plaga se llevan a cabo de manera permanente, junto a los productores.
El control es muy complejo por varios factores. Como ya se dijo, tiene gran capacidad de vuelo, y esto está asociado directamente con la formación de las llamadas mangas, que son nubes de millones de langostas que se mueven en forma conjunta.
Estas mangas se desplazan durante el día y se asientan a la tarde–noche, ya con poca visibilidad. El rango de tiempo en los que se pueden ejecutar los tratamientos es muy breve y suele darse en lugares de difícil acceso. Para realizarlos, se evalúa minuciosamente el impacto en la zona que pueden tener los mismos y se realiza previamente un relevamiento de la existencia de cursos de agua, colmenas, población, etc.
Hasta el momento, el Senasa hizo controles junto con las provincias y productores en más de 4.000 hectáreas. Si bien estos controles han disminuido la plaga, no se ha podido detener el avance de todas las mangas que ingresaron al país y el nivel poblacional de langostas continúa siendo alto. Se debe continuar trabajando en la intervención público privada para tener éxito sobre esta plaga considerada una de las más importantes a nivel mundial. No obstante, los niveles de invasión están lejos de alcanzar los máximos históricos en donde la plaga llegó hasta la Patagonia.
Lo que viene
Esta semana se detectaron las primeras posturas de huevos de langostas en Salta, en la frontera con Bolivia. Es probable que, con las condiciones existentes de humedad y temperatura, se tenga una nueva generación de langostas en los próximos días que, en su estadio juvenil, ninfas, presenta el momento óptimo para su control, debido a que, entre otros factores, tienen baja movilidad, no vuelan, y son más susceptibles a los tratamientos fitosanitarios.
Por ello, es fundamental que los productores monitoreen sus campos para detectar esos nacimientos y realicen los controles correspondientes. Toda la información pertinente se encuentra, incluyendo los productos registrados, en el Manual de Procedimientos Generales Para el Control.
Un poco de historia
La plaga de langostas ha sido desde siempre un problema para la agricultura y ganadería a nivel mundial. En la Argentina, la especie problema es la denominada vulgarmente langosta sudamericana, Schistocerca cancellata.
Los registros se retrotraen a 1538, cuando la plaga causaba daños en la provincia de Buenos Aires, no obstante las menciones más relevantes sobre las luchas contra la plaga aparecen a mediados del siglo XIX.
El fenómeno representa históricamente el mayor problema agropecuario, especialmente durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, períodos en los cuales se registraron grandes pérdidas económicas.
A partir de 1954, luego de una década intensiva de controles que involucraron a casi 7.000 operarios, aviones y más de 12.000 toneladas de insecticida, la plaga entró en estado de recesión reduciendo su área de infestación, la cual había alcanzado casi todo el territorio argentino.
En 2015 ocurrió una explosión demográfica sin antecedentes en los últimos 60 años en nuestro país, destacando que la situación de aumento poblacional de langostas en forma notoria ocurre desde 2014 en varias partes del mundo con otras especies.
El Programa Nacional de Langostas y Tucuras tiene más de 100 años de antigüedad y actualmente pertenece a la Dirección Nacional de Protección Vegetal del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad y Agroalimentaria (Senasa). Hoy, posicionado como referente en el continente debido a su experiencia histórica, contribuyó a la creación de un Programa de Langostas en Bolivia y una campaña de lucha en Paraguay, además de su vinculación a través de un Grupo Interamericano sobre la problemática.
El Senasa lidera el manejo de esta plaga, pero los avances obtenidos fueron gracias al compromiso de los productores y los gobiernos provinciales, con los cuales se trabaja codo a codo para contener el avance de la misma. El trabajo público- privado ha dado muy buenos resultados, pero es necesario continuar en el mismo sentido. Controlar la langosta sudamericana es una tarea de todos.