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“Mancha” y “Gato”, los protagonistas del Día Nacional del Caballo

La historia detrás de los equinos originarios de la Patagonia, que hoy son símbolo de entrega y fidelidad de la causas nobles.

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El 20 de septiembre se celebra, en nuestro país, el Día Nacional del Caballo en conmemoración a la travesía que duró 3 años, 4 meses y 6 días (1221 días) y tuvo de protagonistas al profesor suizo Aimé Félix Tschiffely, junto a sus equinos “Mancha” y “Gato” -pelaje overo y gateado- oriundos de la Patagonia argentina.

mancha y gato 1El viaje comenzó en Buenos Aires, el 23 de abril de 1925, en la Plaza Intendente Seeber, frente al Monumento De Los Españoles. Recorrieron más de 21.000 km y alcanzaron los 5.900 metros sobre el nivel del mar, en el paso El Cóndor, lo que les permitió conquistar el récord mundial en distancia y altura.

Durante el recorrido, al llegar a la localidad de Tapachula, México, el gateado es pateado por una mula en su paleta y rodilla izquierda; razón por la cual lo envian por tren a la ciudad capital. Más adelante, al llegar a la ciudad de Saint Louis, E.U.A, el caballista entiende de la dificultad y peligro de transitar por las autopistas con un caballo de tiro, entonces deja a Gato en esta ciudad y prosigue su marcha con el overo.

El 28 de agosto de 1928, Aimé logra la hazaña al llegar a la ciudad de Washington, pero dado el “boom” mediático que generó su travesía, decide viajar por ferrocarril hasta New York y el día 20 de septiembre de 1928, desfila por la Quinta Avenida, junto a su equino.

mancha y gato 2Llevaba en los cascos de su caballo, la tierra de 13 naciones atravesadas -Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México y Estados- en el trayecto más largo y rudo que ningún otro jinete realizó; y sobre su pecho, un moño blanco y celeste, en honor a los colores argentinos.

Luego regresa a Saint Louis a buscar al gateado y ambos equinos son expuestos en el Madison Square Garden.

“Me querían tanto que nunca debí atarlos, y hasta cuando dormía en alguna choza solitaria, sencillamente los dejaba sueltos, seguro de que nunca se alejarían más de algunos metros y de que me aguardarían en la puerta a la mañana siguiente, cuando me saludaban con un cordial relincho”, las cariñosas palabras del jinete.

El primero de diciembre de 1928, la empresa naviera Munson los embarca a los tres y 20 días después arriban al puerto de Buenos Aires.

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Mancha y Gato murieron en 1947 y 1944, a los 40 y 36 años de edad, en la estancia El Cardal. Actualmente están embalsamados en el “Museo del Transporte” de la ciudad de Luján.

A pesar de su perdida, el suizo continuó su travesía por la Patagonia y Europa. Falleció en 1954 y sus cenizas descansan en la estancia donde vivió los días al lado de sus dos amados compañeros de viaje.

Aquellos dos fieles equinos junto al andariego profesor extranjero, que los llevó por horizontes lejanos de la Argentina, son un símbolo de la entrega y fidelidad del caballo a las causas nobles que lo llevaron a la historia.

La travesía completa está plasmada en el libro “Aimé, Mancha y Gato”, escrito por el Dr. Ángel Alberto Pascua, al cual agradecemos por compartir los detalles del mismo.

 

 

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