El algarrobo blanco (Prosopis alba), una de las maderas por excelencia para la industria maderera, es una de las especies arbóreas nativas más conocidas y con mayor dispersión territorial del norte argentino.
Para aumentar y mejorar la producción de este árbol, investigadores del INTA Sáenz Peña promueven la implementación de poda y raleo (eliminación de los frutos), para obtener fustes más rectos, con mayor rendimiento en las trozas y sin marcas de nudos de la poda.
En ese sentido, las podas sistemáticas permiten concentrar el crecimiento del diámetro en un solo fuste para mejorar la producción en volumen maderable individual.
“En general, esta práctica se aplica a todos los ejemplares antes de los tres años, mientras que las siguientes se combinan con raleos en intervalos de dos años, tiempo que puede variar según el sitio y el material genético plantado”, expresó Marcos Atanasio, especialista en manejo forestal de esa unidad del INTA y recomendó “repetirlas hasta alcanzar los 2,5 o 3 metros de altura de fuste libre de ramas”.
También los investigadores realizaron ensayos de poda de formación a partir de los 18 meses y poda sistemática a los 30 meses de edad, en plantaciones con alta densidad, ubicados en suelo serie Matanza y serie Golondrina.
“Las evaluaciones realizadas al año de la poda de formación mostraron que no afectó el crecimiento en diámetro y altura”, indicó Lorena Pernochi, especialista en silvicultura del INTA.
Los resultados mostraron que cuando no existe una poda de formación, se observa una tendencia a presentar mayor número de ramas, mayor diámetro de ramas y diámetro sobre muñón. “Ramas más grandes y podadas a destiempo, generan heridas de mayores dimensiones y requieren más tiempo para cicatrizar, lo que afecta la calidad de la madera”, explicó la investigadora del INTA.
De esta forma, los especialistas recomiendan realizar el tratamiento silvicultural durante los meses de junio, julio y agosto, periodo en el cual la actividad de crecimiento y el riesgo sanitario son menores.