Argentina es uno de los cuatro lugares del mundo más aptos para expandir la oferta de alimentos, reza el Plan Estratégico Institucional del INTA. Hace mucho sentido esa afirmación tomando en cuenta que nuestro territorio es capaz de producir alimentos para darle de comer a 300 millones de personas, cifra cinco veces mayor a la cantidad de habitantes de nuestro país.
El mundo actualmente cuenta con 7600 millones de habitantes y contará con cerca de 9600 millones de personas para 2050, según estimaciones de la ONU. Serán aproximadamente 2000 millones de bocas adicionales que alimentar en un mundo que no solo tiene desafíos alimentarios cuantitativos, sino también cualitativos.
China, país que por cantidad de habitantes y crecimiento económico determina la demanda mundial de alimentos, consumía en la decada del sesenta 5 kg de carne por habitante por año. Actualmente, ese mismo país consume más de 60 kg/año. Los niveles de incremento fueron y son descomunales.
Desde Grupo Cencerro queremos aportar nuestra mirada a un tema que pide pista y que seguramente dará que hablar en los próximos años: ¿Cuándo llegará el momento en que nuestro país empiece a jugar un rol protagonista y largue el papel de reparto en la historia de la producción mundial de alimentos?
Analizando los últimos 20 años, podemos afirmar que Argentina viene produciendo materia prima contra viento y marea en forma creciente. Producimos, entre otras cosas, los insumos que otros necesitan para poder llegar al ansiado producto final que es estrictamente necesario en todos lados: La comida.
Desde el sur del mundo, nos vemos sujetos y paralizados por guerras comerciales de países que, en otro plano y si nuestro accionar fuera distinto, no deberían causarnos tanto daño económico, financiero y social. Si intencionamos, y llegamos a un consenso publico-privado, acá podemos armar la cadena agroalimentaria completa. En nuestro país, aunque históricamente hemos carecido de politicas a largo plazo que han imposibilitado el desarrollo del sector, tenemos todo lo necesario para poner alimentos de calidad en la mesa de aquel que quiera y pueda consumirlos.
Por dar un ejemplo, parece irrisorio pensar que en un año donde en la gran mayoría del país el clima acompañó y los rindes fueron record, el productor agropecuario argentino no pudo dormir tranquilo. ¿La causa? La dependencia: el precio de la soja en Chicago bajó, debido, en gran parte, a que China sacrificó el 30% del plantel de sus cerdos por la fiebre porcina y cayó la demanda del grano que los engordaba. Inentendible. ¿Qué pasaría si nosotros produjéramos los cerdos y le pidiéramos a los chinos que los vengan a comprar acá? No tenemos la respuesta pero seguramente el productor agropecuario argentino tendría un poder de negociación tremendamente distinto.
Necesitamos indagar estos temas que tienen un valor trascendente para nuestro futuro, pero que también explican porque nos va como nos va en el plano individual. Tenemos que cambiar el chip para producir distinto. Desde lo particular para transformar hacia lo colectivo.
Argentina es un país que, según el censo, en los últimos 15 años perdió más del 30% del plantel de sus explotaciones agropecuarias. El agro es un sector que aplica tecnología de punta pero que analiza parcialmente los datos que esa misma tecnología produce para tomar decisiones claves que mejoren los niveles de gerenciamiento de los establecimientos. Solo la mitad de los productores utiliza los datos que le proveen las computadoras de las maquinarias para tomar una decisión gerencial.
Hace sentido ir desde el análisis macro que explica el lugar que tiene Argentina en la producción mundial de alimentos, hacia lo micro en el seno de las decisiones de una empresa agropecuaria para darnos cuenta que tenemos que mejorar. Ese siempre es el primer paso para lograr avances.
Sabemos que el cambio arranca tranqueras adentro. Nosotros, desde Grupo Cencerro, estamos convencidos que es posible si empezamos a conversar que hace cada empresario agropecuario para producir más y mejor, para finalmente aportar un grano de arena y construir un sector más productivo y pujante. Una Argentina más competitiva y que se convierta finalmente, y de una vez por todas, en el supermercado del mundo.