El zinc es vital para el crecimiento, el desarrollo del cerebro, el buen funcionamiento del sistema inmunológico, la digestión y muchas otras actividades esenciales del organismo. Su deficiencia afecta a más de un tercio de la población mundial, principalmente a niños, adolescentes y embarazadas de países en vías de desarrollo, debido a que su alimentación se basa en cultivos básicos y pobres en este micronutriente.
En los últimos años se ha avanzado en materia de mejora genética de semillas con la llegada de nuevos híbridos que han impulsado los rendimientos de los cultivos. Sin embargo, al no mejorar el perfil nutricional de los suelos, lo que se observa es una mayor producción de granos con cada vez menor calidad nutricional. Y la deficiencia de zinc en los suelos es particularmente preocupante ya que afecta al 50 por ciento de los suelos agrícolas.
Una correcta fertilización con zinc podría contribuir a mejorar la calidad de los alimentos y ofrecer un gran aporte en la lucha contra la desnutrición. Su disponibilidad es crucial porque se estima que cada año mueren en el mundo 800 mil personas a causa de la deficiencia de zinc, 450 mil de los cuales son niños menores de cinco años. De hecho, se considera que la deficiencia de zinc es el 5° factor de riesgo más importante para la salud en los países subdesarrollados.
Un ejemplo claro sobre los efectos de la fertilización con zinc es el estudio llevado a cabo recientemente por investigadores de la Universidad de Rosario y el Conicet, que demuestra que la fertilización foliar de maíces Flint se traduce en una mayor presencia del micronutriente en sus granos, que luego son destinados a la industria alimenticia para la elaboración de productos como copos para desayuno, snacks y polenta.
Los ensayos se llevaron a cabo en el Campo Experimental Villarino, Zavalla, Santa Fe. Allí se compararon híbridos de variedades muy conocidas en el mercado. Por un lado se dejó una parcela sin fertilizar como testigo de control y, por otro, se fertilizaron parcelas con tres tratamientos diferentes: una con MAP a la siembra y urea en la fase V5; otra con una mezcla química de nitrógeno, fósforo, potasio, azufre, magnesio y zinc a la siembra más una aplicación de CAN-S en V5; y la tercera con el mismo tratamiento anterior complementado con una aplicación foliar de zinc en la fase V10.
El resultado arrojó valores contundentes: “Los dos tratamientos de fertilización con zinc aumentaron la concentración de zinc en el grano, con una gran respuesta especialmente después de la aplicación foliar”, señala Lucas Abdala, uno de los investigadores que participó en el estudio.
El estudio se realizó por iniciativa de Yara Argentina, que llevó la propuesta a la Universidad de Rosario y el Conicet y financió la actividad. Los resultados fueron significativos y contribuyen a generar conciencia sobre el impacto positivo que podría tener una buena práctica de manejo de fertilización con zinc. Por eso, la compañía presenta las conclusiones de la investigación en el marco de la conmemoración del Día Mundial de los Fertilizantes, que se celebra internacionalmente el 13 de octubre.
Según Daniel Corvalán, director comercial de Yara Argentina, “queremos aprovechar esta fecha para invitar a la reflexión y divulgar a toda la sociedad la importancia de la fertilización para obtener alimentos de alta calidad nutricional tanto para la mesa de los argentinos, como para la de todos los países que reciben nuestros granos. Es importante promover el compromiso con esta causa e impulsar prácticas de fertilización que permitan desarrollar una agricultura rentable, sustentable y socialmente responsable”.