El Dr. Martín Díaz-Zorita, miembro del Comité Técnico de Fertilizar, abrió la jornada llevada a cabo hace unos días, haciendo un análisis de la situación actual de la fertilización en nuestro país y destacó que, si bien los productores conocen los beneficios de esta práctica, aún no utilizan fertilizantes el 20 % de los productores de maíz y el 50% de los productores de soja.
A la vez, el especialista destacó que se observa una “moderada adopción” de los modelos de nutrición que están disponibles para el productor.
Al comparar el manejo actual del productor promedio con las recomendaciones disponibles para el manejo de una nutrición balanceada, se encuentra una brecha de rinde de un 20 %. “Este valor paga el fertilizante y deja un margen muy interesante para el productor”, destacó Díaz-Zorita.
Además, la aplicación de una nutrición balanceada, en la que se consideran ajustes en nitrógeno, fósforo y azufre y micronutrientes, según diagnósticos integrales, reduce en un 50 % las diferencias de rinde asociadas a la nutrición con respecto a las prácticas aplicadas actualmente.
Situació en EEUU
Durante la jornada, participó el Dr. Bellow, destacado investigador de la Universidad de Illinois. Mostró los desafíos que tiene el productor maicero estadounidense en cuanto a la brecha de rinde obtenido en ensayos, donde se alcanzaron récords de más de 34 tn/ha bajo riego y de 25 tn/ha en secano, sobre un rinde promedio en 2017 de 11,1 tn/ha.
A la hora del manejo del cultivo, Below enumeró siete factores fundamentales que definen el rinde del maíz. El primero de ellos es el clima, el cual no es controlable y define 4,4 tn del rinde potencial. Luego le sigue el nitrógeno, nutriente fundamental que tiene una gran interacción con el clima y por ende “es necesario seguirlo de cerca”.
Como tercera variable mencionó el híbrido, el cual define 3,1 tn/ha de rinde. En cuarto lugar, se encuentra el cultivo antecesor, y aquí existe una diferencia con nuestro sistema de producción, ya que el rastrojo en esos ambientes resulta un problema por acumulación. Por esa razón, se observa que en los casos de antecesor soja el rinde mejora en 1,6 tn/ha mientras que si el antecesor es maíz se pierden 1,6 tn/ha.
Un tema muy importante, es la densidad de plantas, la cual impacta en 1,3 tn /ha del rinde. Dr. Below analizó este factor mostrando que en los últimos 50 años la densidad de plantas aumentó conjuntamente con el rinde, así es que mientras en 1960 se sembraban 40.000 plantas/ha con un rinde de 3 tn/ha, actualmente se siembran 80.000 plantas y el rinde alcanza 11,3 tn/ha. “Un desafío para el futuro del productor americano será cambiar la distancia entre surcos de 76 a 51 cm con el fin de poder seguir aumentado la densidad de plantas y el rinde obtenido”, señaló.
El sexto factor a considerar es la existencia de labranza o siembra directa, el cual tiene un impacto de 0,9 tn/ha mientras que el último factor es la utilización de fitorreguladores o bioestimulantes que pueden aumentar el rinde en 0,6 tn/ha.
Lo más importante que destacaron es que la cuenta no da. La sumatoria de todos los factores alcanza las 16,3 tn/ha mientras que la brecha es de 23 tn/ha. Aquí lo que impacta muy significativamente es la interacción y la sinergia entre los diversos factores lo que hace que se alcancen rindes récord.