“En 1960 se produjo un punto de quiebre; desde entonces está cayendo más agua en la zona húmeda”, manifestó Ángel Menéndez, profesor de la Facultad de Ingeniería de la UBA y consultor independiente especializado en temas hídricos, en el marco de CREAtech 2017, que se realizó el 11 y 12 de octubre en Córdoba.
“Los productores argentinos deben adaptarse y estar preparados para enfrentar situaciones extremas”, aseguró Menéndez.
El profesor planteó en el inicio de su charla las siguientes preguntas: ¿Los excedentes hídricos llegaron para quedarse? ¿Tienen que ver en este proceso el cambio climático, o el factor determinante es el uso del suelo? ¿Podemos hacer algo para controlar esta situación? ¿Hubo iniciativas exitosas en otros países?
“Antes de responder esas preguntas, conviene repasar qué es lo que sabemos con certeza”, señaló el disertante. La primera cuestión es un aumento del nivel de precipitaciones sobre las zonas húmedas de la Argentina con el consecuente impacto sobre las napas.
El investigador además dijo que la agriculturización influyó sobre los excedentes hídricos: “Aún si no hubiera habido un incremento de las precipitaciones, el cambio de uso de suelo habría generado situaciones comprometidas en algunas regiones”.
Además señaló que entre las acciones que se pueden hacer para mitigar los problemas generados por los excesos hídricos se pueden incluir las obras hidráulicas, cambios en el uso del suelo, gestión de pronósticos y adaptación a condiciones extremas. “Con las obras se puede lograr que algunas zonas no se inunden o que se inunden menos ante ciertos eventos de magnitud pequeña o mediana, pero estas obras no pueden ser hechas en forma aislada: hace falta un plan maestro por cuenca”, explicó el especialista.
En cuanto al manejo de uso del suelo, la introducción de cultivos de servicio, rotación con pasturas o forestación puede contribuir a evitar crecimientos excesivos de los niveles de las napas freáticas.
El uso de pronósticos de mediano plazo para la toma de decisiones, según Menéndez, puede ser útil, pero exige una actualización periódica. “Y hay que considerar la heterogeneidad espacial; algunos productores vieron en su campo, en años de Niño, menos precipitaciones que en un año de Niña, porque la tendencia general no se refleja necesariamente en todos los campos”, aclaró Menéndez.
También apuntó que es aconsejable tomar medidas que permitan prepararse para situaciones complejas, como, por ejemplo, crear caminos internos que sigan siendo transitables en momentos de grandes excedentes de agua para no interrumpir las comunicaciones. “Lo ideal es adoptar medidas de no arrepentimiento, es decir, aquellas que son buenas independientemente de si el pronóstico negativo se cumple o no”.