Conocida como “pasto plumerito” en Cuyo y “pasto raíz” en el norte, Trichloris crinita es una especie forrajera nativa de la medialuna árida del país, que recorre el oeste argentino desde Salta hasta Río Negro y comprende un área de 10 millones de hectáreas, asegura el INTA Informa.
En sus diferentes ecotipos, esta gramínea es una de las pocas que crece en ambientes áridos con precipitaciones inferiores a los 300 mm anuales, bajas temperaturas y suelos salinos. Además, se utiliza para revegetar pastizales degradados y asegura una fuente de alimento para los rodeos.
Con el objetivo de promover el desarrollo del cultivo, técnicos del INTA crearon la primera máquina del país que resuelve la recolección de las semillas de esta especie. Sin antecedentes en el mercado, esta tecnología es una alternativa a las cosechadoras convencionales que resultan poco eficientes para adaptarse a las características de las cimientes.
“Por el tipo de semilla –pequeña y con aristas que tienden a formar masas algodonosas durante la recolección–, no encontrábamos cosechadoras aptas para el cultivo”, explicó Sebastián Mora, especialista del INTA Rama Caída –Mendoza– e ideólogo de la máquina, que ya fue puesta a prueba en diferentes situaciones productivas.
Según la publicación del INTA Informa, “el desarrollo, basado en un prototipo construido en 2014 junto con la sede regional de la Universidad Tecnológica Nacional en San Rafael, trabaja con un ancho de labor de un metro y tiene mecanismos para acoplarse a un vehículo –camioneta o tractor–“.
“Buscamos que sea ágil y versátil para cosechar parcelas, campos y banquinas”, apuntó Mora. De la fabricación, también participaron los técnicos Marcelo Nieto, Félix Montecinos e Iván Rosales.
Esta tecnología se integra a una estrategia de abordaje de la ganadería en zonas áridas, que involucra a diversas unidades e investigadores del INTA. “La propuesta se encuentra en desarrollo: pudo identificarse la importancia productiva de la especie y su respuesta animal; se realizaron los primeros ensayos de implantación a campo en Mendoza y La Rioja; existe material genético seleccionado y probado en parcelas de ensayos comparativos y, en materia de producción de semilla, se conoce la respuesta a factores como fertilización, riego y momento óptimo de cosecha”, describió Mora.
Con el objetivo de facilitar la expansión de la pastura, el INTA Rama Caída posee un lote bajo riego de una hectárea que dedica a la producción de semillas. “Se trabaja en la ampliación a tres hectáreas para incorporar la multiplicación del material genético ya inscripto Chamical INTA”, apuntó Mora.
Este proyecto cuenta con el apoyo del Clúster Ganadero Bovino de Mendoza y se articula con el instituto en iniciativas de trabajo público-privado. “Es una muy buena vinculación que busca implementar estrategias de mejora para el sector; entre estas, el desarrollo de la semilla de un pasto nativo y el rolado para la siembra a campo”, valoró el especialista.
La cosechadora fue puesta a prueba en diferentes situaciones con buen desempeño. En el marco de un acompañamiento del sistema de Extensión del INTA, se suma al paquete de tecnologías y herramientas trabajados con el grupo Cambio Rural Los Huarpes, integrado por nueve productores dedicados a la cría bovina en Mendoza.
Alto potencial de forraje
De crecimiento estival, Trichloris crinita es un pasto perenne que se distribuye ampliamente en América: sur de Estados Unidos, México, Bolivia, Paraguay y en la Argentina, caracteriza la vegetación del Chaco Árido. Cuando crece, esta especie forma un denso follaje sobre la base de las plantas de la cual emergen los tallos florales, que alcanzan 70-80 cm de altura.
“Prácticamente, no hay especies comerciales de calidad forrajera introducidas para sembrar en las áreas degradadas de la región árida de Gran Cuyo que, con precipitaciones de 200 a 350 mm, comprende aproximadamente una superficie de 400 mil kilómetros cuadrados, en las provincias de San Luis, Mendoza, La Rioja, San Juan y parte de La Pampa”, explicó Oscar Terenti, especialista en pastizales del INTA San Luis.
En esta línea, destacó el trabajo del INTA asociado con la revalorización de este pasto fundamental para la ganadería en zonas marginales. “Su domesticación incluye tecnología de semilla, de manejo, pastoreo y sistemas de cosecha y siembra para recuperar y revegetar las grandes áreas degradadas por mal manejo histórico”, señaló Terenti.
Asimismo, el técnico ponderó la aptitud forrajera. “Tiene una alta preferencia animal en estado verde; por su alta calidad nutritiva y elevado volumen de producción, se la considera una excelente forrajera con entre 7 y 9 % de proteína bruta –en primavera-verano– y una digestibilidad que asciende al 56 %”, detalló.
Terenti aseguró que se considera “una especie clave de manejo en los campos donde tiene potencialidad de ser dominante, principalmente en los pastizales naturales de la franja descripta alrededor de los 250 mm”. “En el otoño-invierno, su follaje seco constituye un importante aporte forrajero en los pastizales estivales de buena condición con valores de entre 3 y 4,5 % de proteína bruta y de entre 40 y 45 % de digestibilidad”, añadió.
Para el técnico, este tipo de pastizales requiere un manejo adecuado que “tienda a mantener o aumentar la presencia del pasto de hoja”.
Entre las sugerencias, recomendó realizar períodos de descanso para favorecer el crecimiento de las plantas. “El sobrepastoreo y la falta de descansos resultan muy perjudiciales para esta especie, ya que debido a su alta preferencia es muy consumida durante su período de crecimiento –de octubre a marzo– y no tiene posibilidad de multiplicarse y de acumular reservas suficientes para asegurar un nuevo rebrote”, remarcó.
No obstante, advirtió: “Si esto se repite año tras año, se produce muerte de plantas que son reemplazadas por especies de inferior calidad forrajera o queda el suelo desnudo”.