El INTA Bordenave presentó la variedad de cebada cervecera Sara INTA, que combina alto potencial de rendimiento de granos con alta producción de biomasa, ideales para la alimentación animal.
Fernando Giménez, especialista del grupo de mejoramiento genético de esa unidad del INTA, destacó la importancia de investigar y desarrollar variedades propias: “La obtención de cultivares nacionales representa una ventaja competitiva para los productores argentinos”. Además, se trata de plantas adapatadas a las condiciones ambientales locales.
“Sara INTA es una nueva cebada del tipo cervecera, con espiga de dos hileras, que se destaca por su alto potencial de rendimiento de granos, ciclo intermedio y excelente comportamiento sanitario”, detalló Giménez.
Según indicaron desde el organismo, ensayos comparativos de rendimiento realizados en varios ambientes de la Argentina demostraron que Sara INTA produce un 5 % más de granos que el cultivar Andreia, de 10 a 15 % más de granos que Shakira y un 20 % más que el cultivar Scarlett. “Este no es un dato menor si tenemos en cuenta que estos tres son los más sembrados en el país”, indicó Giménez.
“El nuevo cultivar posee una altísima aptitud para silajes de planta entera. Junto con Silera INTA, se destacan por su alta producción de biomasa y digestibilidad de la materia seca ensilada. Esto se debe a que tiene una mayor proporción de espigas, en comparación con el resto de los cultivares de cebada”, explicó el técnico.
De acuerdo Federico Moreyra, investigador del INTA Bordenave, los granos tienen alto peso hectolítrico y muy buena calidad maltera, “las industrias locales aún no la tienen incorporada para su industrialización”, señaló.
Sara INTA es el cultivar que mejor se comporta frente a mancha marrón en el mercado y posee muy buen comportamiento a mancha en red, por lo que es especialmente recomendable para el norte de la región pampeana, dijeron desde el Instituto.
La cebada, una buena opción
En 2016 se sembraron en Argentina más de 870.000 hectáreas de cebada para grano. De los más de 3,3 millones de toneladas cosechadas, gran parte se comercializó como grano forrajero. “Esto muestra que la producción de granos forrajeros de cebada es una alternativa que permite diversificar la producción agropecuaria”, dijo Giménez.
Pero como destacan desde el INTA, los beneficios de incorporar a la cebada no se limitan a las aptitudes productivas. Investigaciones realizadas por técnicos del INTA confirman que agregarlas en las rotaciones agrícolas favorece el desarrollo de materia orgánica en el suelo, colaboran en la absorción de agua dónde hay excesos de lluvias y aprovechan nutrientes que de otro modo se perderían, informaron desde el organismo.
“Comparadas con el trigo, las cebadas liberan el lote antes lo que beneficia al cultivo de segunda. Además, son más eficientes en el uso de nitrógeno”, explicó Moreyra.
Además, los granos forrajeros de cebada poseen mínimos requisitos de calidad. “Con un manejo adecuado se puede destinar el nitrógeno a la generación de granos, aumentar el rendimiento y compensar el menor valor comercial de los granos, el cual es relativo y depende de las condiciones de los mercados”, afirmó Moreyra.