Históricamente, la Argentina se caracterizó por ser un territorio muy concentrado en los centros urbanos. Al día de hoy, muchas regiones del interior del país presentan niveles de desarrollo muy inferiores al área metropolitana. ¿De qué manera podemos revertir este escenario? En primera instancia, empezando a generar políticas de Estado que tiendan un país más equilibrado en materia de desarrollo territorial. ¿Cómo lograrlo? A través de incentivos al sector agroindustrial principalmente.
“La vida de los pueblos y ciudades del interior, dependen en gran medida de la Agroindustria y sus servicios”, expresó al respecto el director académico de la Bolsa de Cereales porteña, Marcelo Regúnaga. “El crecimiento de este sector puede tener un impacto significativo en el empleo, en el desarrollo territorial y en las economías regionales en su conjunto”, prosiguió.
Lo que distingue al sector agropecuario de otras industrias, es su enorme capacidad para generar puestos de trabajo. Dicho en otras palabras, las cadenas agroindustriales se componen de eslabones poco “robotizables”, a diferencia de lo que ocurre en la industria automotriz u otros sectores.
Sumado a esto, la Agroindustria está integrada en más del 90% por PYMES nacionales. Esto significa que es uno de los sectores más desconcentrados de la economía argentina, en contraposición a otras industrias en donde hay 4 o 5 firmas que controlan toda la producción de bienes.
“Está comprobado que si la producción agroindustrial creciera en un 50%, generaría entre 220 y 240.000 empleos adicionales directos, equivalentes a tres industrias automotrices. Si este sector tuviera mayores incentivos, se desarrollaría una clase media, una clase empresaria, que contribuiría a todo lo que tiene que ver con el consumo local”, concluyó el directivo de la Bolsa de Cereales.