La “rana de cuatro ojos” o Pleurodema thaul es un anfibio de tamaño mediano y dorso marrón o verdoso que, en Argentina, habita bosques húmedos de la cordillera y otras regiones desde el centro del Neuquén hasta Chubut. Ahora, científicos de Argentina, Brasil y Portugal encontraron en su piel cuatro péptidos (moléculas formadas por la unión de aminoácidos) que, en experimentos de laboratorio, tienen la capacidad de inhibir bacterias que provocan serias infecciones, según informó la Agencia CyTA del Instituto Leloir.
“Con este proyecto buscamos compuestos que puedan ser una alternativa a los antibióticos convencionales para combatir a los microorganismos patógenos humanos”, explicó a la Agencia CyTA-Leloir la líder del estudio, la bioquímica Mariela Marani, del Instituto Patagónico para el Estudio de los Ecosistemas Continentales (IPEEC-CONICET) del Centro Nacional Patagónico (CENPAT), en Puerto Madryn, Chubut.
El número de antibióticos disponible es limitado y su empleo irracional está reduciendo su eficacia para combatir a las bacterias, las que se están volviendo cada vez más resistentes. “Esto es un problema grave. Muchas infecciones que antes eran fáciles de tratar, ahora ya no se pueden curar fácilmente”, destacó Marani, quien dirige el Laboratorio de Bioprospección y Aplicaciones Biotecnológicas de Péptidos (BIAPEP) en el IPEEC.
La biodiversidad patagónica podría tener una respuesta. Marani y sus colegas identificaron de la piel de la rana cuatro péptidos. Y los probaron en ensayos de laboratorio in vitro sobre tres bacterias patógenas que provocan infecciones pulmonares, cutáneas y urinarias: Klebsiella pneumoniae, Staphylococcus aureus y Escherichia coli.
Los investigadores comprobaron que las moléculas logran desestabilizar las membranas de las bacterias y tienen efectos mínimos sobre células humanas o de animales. En particular, una de ellas, a la que denominaron Thaulin-1, mostró una “significativa actividad inhibitoria” sobre Escherichia coli y Klebsiella pneumoniae.
“Los resultados son alentadores. De todos modos es preciso realizar más estudios si queremos pensar en un uso terapéutico eficaz y seguro en pacientes”, subrayó Marani quien es investigadora del CONICET.
En el trabajo también participaron otros científicos del Centro Científico Tecnológico (CCT) CONICET-CENPAT, de la UBA, de la Universidad do Porto, en Portugal, y el grupo de investigación en Biodiversidad y Biotecnología (BIOTEC) de la Universidad Federal de Piauí, en Brasil, que lidera el doctor José Roberto de Souza de Almeida Leite.