La producción bajo invernadero constituye una herramienta que permite al agricultor lograr óptimas condiciones para el desarrollo de sus cultivos. En Argentina la producción bajo invernadero se basa principalmente en cultivos hortícolas como tomates, pimientos y berenjenas entre otros.
El aislamiento de los cultivos a las condiciones ambientales, como sequías, heladas o granizos, permite lograr mayores rendimientos así como una oferta menos estacionada, generando producciones en todo momento del año y en diversas zonas del país donde el cultivo a campo no sería posible debido al clima.
Al colocarse una cubierta que permite el paso de los rayos solares, se genera en su interior un ambiente óptimo para el crecimiento de las plantas (siempre que se controlen los excesos de temperatura y humedad). Sin embargo, estas mismas condiciones que permiten altos rendimientos, también favorece el ataque de enfermedades e insectos. Es decir, el invernadero protege no solo a las plantas sino también a sus respectivas plagas de las condiciones climáticas, favoreciendo su crecimiento y propagación. Es aquí donde el cultivo bajo invernadero no es ajeno al manejo integrado de plagas y malezas, debiendo implementarlo a fin de lograr productos de calidad.
A diferencia de los cultivos a campo, en este caso, las enfermedades e insectos son las plagas de mayor incidencia en la producción. Si bien las malezas constituyen una amenaza, son fácilmente controladas mediante tecnologías como el “mulching”, el cual consiste en cubrir mediante un plástico la hilera de tierra que se ha preparado para la siembra, dejando únicamente la zona de la semilla sembrada al descubierto. De esta manera se impide la emergencia de plántulas de malezas. Asimismo debido a que las extensiones de producción son generalmente menores a las de campo se realizan también controles manuales además de controles con productos fitosanitarios en algunos casos, principalmente previo a la siembra o plantación.
En cuanto al manejo de plagas y enfermedades, es indispensable que se realice un correcto monitoreo a fin de identificar las “plagas problema” y evaluar si ante su presencia y distribución se hace necesaria la aplicación de productos fitosanitarios. Los monitoreos debieran realizarse al menos, dos veces por semana. Inspeccionando tanto hojas como tallos, en búsqueda de frutos u hojas dañadas. Se deberá mirar tanto en el envés de las hojas como la zona de inserción de la ramificación (axila), ya que muchas plagas, como por ejemplo pulgones, suelen hospedarse en esas zonas. También se deberá poner especial atención alrededor de puertas, hendijas o ventanas que es donde suelen aparecer los primeros focos.
Una vez identificada la plaga o enfermedad y con ayuda de un asesor técnico idóneo, que suele ser el Ingeniero Agrónomo, se podrá seleccionar el producto fitosanitario que permita disminuir la propagación de la misma. En general las aplicaciones bajo invernadero son realizadas mediante una “mochila pulverizadora”. Es importante que se cuente con personal capacitado al momento de realizar una aplicación con productos fitosanitarios bajo invernadero, ya que las condiciones del mismo generan una mayor exposición al producto a diferencia de aplicaciones a campo.
El aplicador deberá no solo leer cuidadosamente las instrucciones que figuran en la etiqueta del producto a utilizar, sino que deberá seguir las indicaciones del profesional asesor, respetando las dosis y momentos de aplicación, y utilizando el equipo de protección personal correspondiente. El mismo deberá contar con botas o zapatos de suela impermeable, traje impermeable o repelente al agua, antiparras, guantes de nitrilo, mantener su cabeza cubierta con un gorro o capucha impermeable y utilizar máscaras respiratorias, ya que las condiciones de altas temperaturas pueden generar una mayor volatilidad de los productos utilizados, y al utilizar los productos en un ambiente cerrado aumenta la exposición y por ende el riesgo de tener algún problema en su salud.
Luego de realizada la aplicación es importante respetar los “períodos de reingreso” a la zona tratada, los cuales figuran en la etiqueta de los productos. Asimismo se deberán respetar los “periodos de carencia” a fin de evitar superar los límites máximos de residuos (LMR) al momento de cosecha.
Utilizando técnicas del manejo integrado de plagas y malezas y usando responsablemente los productos fitosanitarios es que se podrán cuidar los cultivos bajo cubierta generando productos inocuos y de calidad, resguardando la salud tanto de los trabajadores como de los consumidores.
Por Casafe