El Ministerio de Agroindustria, a través de la Secretaría de Agregado de Valor, concibe como una línea de gestión estratégica el desarrollo de la bioeconomía, a partir de las condiciones agroecológicas que tiene el país, necesarias para la producción de las principales fuentes de biomasa que pueden ser utilizadas con diferentes destinos productivos e industriales.
La biomasa es la materia orgánica originada en un proceso biológico, espontáneo o provocado, que es utilizable como fuente de energía. La biomasa residual es la que se genera en las actividades agrícolas, silvícolas y ganaderas, así como en la industria agroalimentaria, la transformación de la madera y en el reciclado de aceites. Argentina es un país con amplias posibilidades de producción de biomasa y razonables capacidades industriales y de servicios, donde la visión de la bioeconomía, entendida como la producción sustentable de bienes y servicios a través del uso o transformación de recursos biológicos, representa una importante oportunidad para regenerar sus fuentes de progreso económico y consolidarse en su reinserción en los mercados mundiales.
La bioeconomía en Argentina
El secretario de Agregado de Valor del Ministerio de Agroindustria, Néstor Roulet, señaló que “la bioeconomía es la transformación de materia prima en origen con innovación y desarrollo. Para lograrlo se necesita un Estado que marque un sistema sostenible en el tiempo y que tenga en cuenta distintos factores como el cambio climático, la seguridad alimentaria y el trabajo territorial, entre otros”. Por su parte, para el subsecretario de Bioindustria, Mariano Lechardoy, “el uso eficiente de la biomasa en origen permite que en un país como Argentina, con tantas ventajas comparativas y competitivas para la producción de biomasa, en vez de trasladarla y exportarla se pueda transformarla en otros productos en el lugar de origen”.
Según un estudio de Eduardo Trigo, integrante de la mesa de Bioeconomía de la Subsecretaría de Bioindustria, la bioeconomía representaba en el año 2012, el 15,4% del PBI, con un valor agregado de unos $ 330.000 millones. Dentro de la misma, el sector primario presenta la mayor participación con el 58% del valor agregado y el 42% restante (6,5% del PBI) corresponde a la industria manufacturera. Dentro del valor agregado industrial, las manufacturas de origen agropecuario representan el grueso de la bioindustria, con un 72%. Los biocombustibles configuran una categoría pequeña, aunque importante, de la bioindustria argentina, representando algo más del 3% del total. Dentro de ese rubro, los biocombustibles provenientes de cereales y oleaginosas representan el 79,5%.
El valor agregado bioindustrial no asociado al sector de biocombustibles, está conformado por un conjunto muy heterogéneo de 27 productos y actividades industriales, siendo las principales las que integran el bloque de alimentos y bebidas con un 36,4% del total, seguidas por el complejo aceitero (27,1%), otros productos bioindustriales, con un 16,4% y el complejo de madera, pulpa y papel, con un 11,9%.
Una oportunidad para el desarrollo de las regiones
En el último tiempo, se fueron desarrollando en el país distintas iniciativas que se enmarcan en este nuevo paradigma, con actividades que abarcan casi todo el espectro productivo, desde la propia producción de biomasa hasta las estrategias de aprovechamiento de la misma como fuentes energéticas, configurando junto a la industria alimentaria, una importante plataforma para la proyección de la bioeconomía.
Cuando comenzó a crecer la demanda mundial de biodiesel, el hecho de que Argentina sea uno de los principales y más competitivos productores de soja y el principal exportador mundial de aceite, facilitó notablemente la instalación de biorrefinerías para la producción de biodiesel y diversos subproductos industriales. En la actualidad la capacidad instalada para el procesamiento de soja es de unas 200.000 toneladas por día, concentradas mayoritariamente (72%) en 14 plantas en la provincia de Santa Fe. Con respecto a la producción de etanol, existen en el país unas 15 plantas que se estima producen unos 1.000 millones de litros, de los cuales el 50% proviene del procesamiento de melaza y de caña de azúcar.
Estos emprendimientos se ubican en su mayoría en el interior del país y dan lugar a modelos de desarrollo para la producción regional de alimentos (por ejemplo lácteos, carnes), biocombustibles y bioenergía, así como productos de alto valor agregado, viabilizando así otros desarrollos industriales y de pequeños centros urbanos. La biomasa no es una categoría homogénea; por el contrario, hay diferencias significativas en cuanto a funcionalidades, densidad energética y “transportabilidad” de los distintos tipos. En este sentido cada una de las regiones del país ofrece la posibilidad de desarrollos muy diversos, y en esa diversidad esta la riqueza de la bioeconomía como visión para el desarrollo futuro del país.