Interesada por la historia del clima y con el fin de reconstruir las huellas del pasado, la paleoclimatología analiza las variaciones climáticas y sus causas en un momento determinado para trazar tendencias. En esta línea, técnicos del INTA analizaron diversos estudios en el noroeste del país y reconstruyeron casi 600 años de historia climática. Esta información permitirá definir estrategias productivas y de conservación.
Flavio Speranza –investigador del INTA Yuto, Jujuy– explicó que, desde 2014 y en la región Noroeste del país, realizan investigaciones relacionadas con el cambio climático que abarcan estudios sedimentológicos, palinológicos, dendrocronológicos, isotópicos y geomorfológicos.
“Estos estudios paleoclimatológicos buscan recuperar aportes disciplinares y aproximaciones para la reconstrucción de la historia del clima mediante indicadores climáticos que dejan rastros en diferentes ambientes”, detalló Speranza.
Una de las investigaciones en marcha consta de conocer cómo las variaciones climáticas influyeron sobre la vegetación, mediante la inferencia de la composición de granos de pólenes de las especies relevantes de la región Chaqueña.
“Para esto, –indicó el técnico– se analizaron estudios sedimentológicos y palinológicos en La Laguna Yema –Bermejo, Formosa–, lo que permitió identificar los cambios en el clima durante los últimos 560 años y determinar que la parte más profunda posee una edad de 1445 ± 67 años”.
A su vez, un estudio dendrocronológico de la madera de los árboles de quebracho colorado en las diversas zonas del Parque Chaqueño posibilitó identificar la variabilidad espacial de los patrones climáticos –de precipitación y temperatura–y obtener edades máximas de hasta 330 años.
Según Speranza, “la integración de los estudios sedimentológicos y los datos dendrocronológicos permite efectuar una reconstrucción climática espacio temporal con una significativa fiabilidad”.
En la misma línea, se realizan estudios geomorfológicos de paleocauces (en cauces históricos de ríos) para obtener sedimentos de los ríos Pilcomayo y Bermejo.
“Estas investigaciones permitirán reconstruir la dinámica geomorfológica y de paisaje, a la vez que permitirán inferir los tipos de asociaciones de vegetación presente y su grado de fragilidad”, indicó.
Clima, clave para la toma de decisiones
Speranza se refirió a la dimensión climática como “un nuevo componente que se incorpora a la toma de decisiones tanto de un productor como en el diseño de políticas institucionales respecto a la expansión de la frontera agropecuaria y al ordenamiento territorial”.
En este sentido, el investigador aseguró: “Conocer las tendencias y la variabilidad climática permite definir y redefinir acciones respecto a las diversas estrategias productivas y de conservación”.
“Las prospectivas climáticas permiten delinear estrategias de adaptación al cambio climático, especialmente en zonas vulnerables”, agregó.