Una guía de buenas prácticas caprinas, la aplicación de cultivo de forrajes, el uso de microsilos y dietas específicas son algunos de los recursos motorizados por investigadores con el propósito de agregar valor a las cadenas productivas del sector en la provincia de Córdoba.
Investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y del instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) impulsaron la experiencia a través de la generación de múltiples herramientas.
Entre esas herramientas se mencionan la implementación de cultivo de diversas especies forrajeras adaptadas al medio junto con el uso de microsilos, la elaboración de dietas específicas para cabras y la transferencia e implementación de la Guía Metodológica para la Inocuidad de Leche Caprina (MILC).
El informe, que publica el sitio web universitario Unciencia, precisa que en Argentina existen aproximadamente cuatro millones de cabezas caprinas, a cargo de 44 mil pequeños productores agropecuarios, según relevamientos del Servicio Nacional de Sanidad Agroalimentaria (SENASA 2013), de los cuales 145 mil cabezas están en Córdoba en manos de 4.200 pequeños productores.
Añade que la cría de estos animales en pequeña escala es una práctica realizada generalmente en ambientes áridos y semiáridos, con escasos recursos forrajeros naturales -generalmente degradados- y limitaciones tecnológicas, los que dificultan la capacidad productiva de los emprendimientos.
Para mejorar esas condiciones en las cuencas lácteas caprinas de Córdoba, destaca el informe, se introdujeron cultivos de pastos apropiados y se implementaron formas de conservación y entrega balanceada del alimento a los animales, para favorecer el máximo aprovechamiento de los recursos disponibles.
Debido a que en ambientes áridos y semiáridos una de las limitantes más importantes es la baja producción forrajera de los pastizales naturales, se implantaron para su evaluación recursos forrajeros provenientes de cultivos anuales adaptados como el sorgo, moha y pasturas perennes.
A ello se sumaron complementos como el uso de maquinarias adecuadas a la escala de agricultura familiar desarrolladas por INTA, lo que permitió poner en marcha un sistema más artesanal y de menores costos de almacenamiento.”Es importante concebir los aportes del programa como un proceso. Cada experiencia con los pequeños productores caprinos necesita un trabajo sostenido, basado en niveles de confianza que se construyen con tiempo”, resaltó la directora del programa de investigación, Cristina Deza, de la UNC.
Asimismo consideró como un “aspecto fundamental” la capacitación de los productores porque fomenta sus capacidades y les permite reconocerse como sujetos activos, capaces de protagonizar su crecimiento”, completa la investigadora.
“El desafío es brindar herramientas a los productores de pequeña escala para que mejoren su sistema de producción optimizando sus recursos, eleven la calidad de sus productos y tengan más acceso al mercado”, añadió.