En los últimos días se ha mantenido en la opinión pública una fuerte controversia dado que el precio al consumidor no ha caído en la misma proporción que lo ha hecho el ganado en pie. Luego de que la industria frigorífica instalara el tema a través de un comunicado de prensa alertando que a salida de fábrica los precios de la media res y de los cortes habían disminuido, la noticia recorrió todos los medios de prensa y se alzaron distintas voces, menos la del Supermercadismo, quien no puede desentenderse del tema dado que: compra el ganado en pie a su nombre y lo faena o hace faenar y luego lo vende al público evitando un eslabón de la cadena y ahorrando 3% de ingresos brutos. Es más, los precios promedio de venta al público en los supermercados son 20% más caros que el precio promedio de venta en carnicerías.
Mirando en perspectiva analizaremos ¿qué ocurrió con el precio de la carne en el mostrador? Existe un consenso general en Argentina en torno a que cuando el precio de la hacienda aumenta, el precio de la carne acompaña. Pero cuando el precio del animal en pie desciende, en el mostrador ello no se refleja. Si esto fuera cierto, a través del tiempo las dos series de precios (medidas como índices referidos a un período base común) hubieran evolucionado de manera divergente, ampliándose la brecha entre las mismas.
Veamos por qué. El animal en pie es el componente más importante en el costo de producción de la carne vacuna. Por lo tanto, resulta lógico que a través del tiempo el precio al consumidor de la carne vacuna exhiba un comportamiento similar al del precio de la hacienda en pie. Pero, en cortos períodos de tiempo, el precio de la carne vacuna no sólo está determinado por lo que ocurre con el precio del principal insumo. También influye y mucho la demanda de carne vacuna, la cual no sólo depende del precio relativo de la carne vacuna con respecto a los demás complementos y sustitutos, sino también del poder adquisitivo de los consumidores.
En función de ello, a través del tiempo se observa que el ciclo (de subas y bajas) de los precios al consumidor de los cortes vacunos es más atenuado que el de la hacienda en pie. Es decir, los precios en el mostrador tienen una respuesta desfasada en relación a los cambios que registra el precio de la hacienda en pie. Por ejemplo, en el inicio de una fase de retención de vientres, el aumento del precio del animal suele ser absorbido parcialmente por la cadena de comercialización minorista, que encuentra un ‘freno’ tanto en el encarecimiento relativo de la carne vacuna (con respecto a las alternativas) como en la caída general del poder adquisitivo del consumidor. A la inversa, en la fase contractiva del ciclo ganadero, el valor de la hacienda cae y el traslado a los precios finales es menor. La cadena minorista recupera el margen de venta cedido en la etapa anterior y, en consecuencia, se observa que el proceso de ajuste es gradual en el tiempo.
En línea con lo expuesto, en enero los valores de los cortes vacunos también descendieron con relación a diciembre, y la baja como cabía esperar fue inferior a la del precio del animal en pie. El promedio de los cortes vacunos verificó un descenso de 1,9% mensual (bajando a 50,8% el alza interanual). Por su parte, las carnes alternativas presentaron un comportamiento dispar. La carne aviar registró un ajuste hacia abajo de 6,3% mensual (la suba interanual descendió a 50,7%) y la carne porcina un alza de 2,9% mensual (quedando la variación interanual todavía en 20,1%). Hay que tener presente que en diciembre (y en el año en general) el ajuste promedio del precio de la carne porcina había sido sustancialmente inferior al de las otras dos carnes, de forma tal que aún con la corrección de enero de 2016 el precio promedio de la carne porcina experimentó una baja respecto de las alternativas (lo cual se explicó por aumento de la producción orientada a ampliar la penetración en el mercado doméstico).
Y cuando se analiza la brecha entre la evolución del precio de la hacienda en pie y de la carne al consumidor, tomando como punto de partida a agosto de 2009, momento en que finalizó el último proceso intenso de reducción del stock de hacienda, se observa que en enero de 2016 la misma volvió a reducirse, pero que continúa siendo positiva. Es decir, entre agosto de 2009 y enero de 2016 la hacienda en pie aún acumuló un alza 5,1% superior a la de la carne vacuna en el mostrador. Esto también está en línea con lo planteado más arriba.
Y finalmente cabe señalar que a la inversa de lo observado en el cierre de 2015, en el primer mes del corriente año las carnes vacuna y aviar formaron parte de los bienes que atenuaron el alza del nivel general de precios al consumidor (IPC medido por consultoras privadas, ante el retiro temporal del INDEC para reorganizarse internamente).
Por Miguel Schiariti. Presidente de CICCRA