Huerteros experimentados y aficionados que recién comienzan se alegran al observar que los días se vuelven más cálidos, debido a que el aumento de las horas con luz solar activa es una fuente de energía indispensable para el crecimiento de las hortalizas de primavera-verano. Técnicos del INTA brindan algunos consejos para cuidar la huerta en esta época.
“Nuevamente llega este tiempo y la huerta nos muestra su lado más amable”, señaló Francisco Pescio, especialista del INTA AMBA. En esa línea, explicó que “el comienzo de la siembra se estima para cuando ya no haya riesgos de heladas: finales de agosto en el norte del país, septiembre-octubre en el centro y noviembre en la Patagonia”.
Pescio recomendó que “las especies que requieren trasplante como tomate, morrón y berenjena conviene llevarlas a la huerta recién a partir de octubre cuando se haya ido el frío”. “En el caso del tomate, es importante que agregar bastante abono al suelo para favorecer la fertilidad”, indicó.
El período primavera-verano se destaca por la disponibilidad de luz solar, una condición indispensable para que crezcan las hortalizas de fruto como zapallos, zapallitos, pepinos, sandías, melones, tomates, berenjenas, pimientos, porotos y maíces. De igual modo, prosperan otras especies como albahaca, radicheta, rúcula, acelga, batata y papa.
Mónica Filippi, especialista del INTA Chivilcoy, afirmó que las hortalizas de época necesitan calor y más de 8 horas de sol para un crecimiento saludable. “La demanda de intensidad depende del tipo de hortalizas: las de fruto son las más exigentes y se ubican en la zona más soleada de la huerta, mientras que las de raíz se adaptan a un sector intermedio”, analizó.
Con respecto a las de hoja, Filippi indicó que requieren menos luz y permiten aprovechar los lugares de sombra. No obstante, advirtió la necesidad de mover las plantas “cuando se vuelven pálidas y tienen entrenudos largos, ya que la intensidad de luz es insuficiente”.
Filippi destacó la importancia del estado nutricional del suelo para tener éxito en el cultivo y la incorporación del compost –antes de la siembra– como estrategia fundamental para restituir y mantener la fertilidad del suelo. “El agregado de compost o de lombricompuesto le asegura a la planta una nutrición equilibrada y un rápido crecimiento inicial”, expresó.