Las exportaciones agrícolas primarias actualmente rondan los 30 mil millones de dólares anuales. Agregar valor sobre los commodities tradicionales podría llevar esa suma a 45 o 50 mil millones en el mediano plazo. ¡Menudo impacto sobre la economía del país! Argentina tiene la capacidad de hacerlo, de la mano de empresarios que estén dispuestos a correr los riesgos adecuados.
Exportar valor agregado no es una tarea sencilla. Requiere productores con una visión empresarial. Empresarios que estén dispuestos a correr la frontera de su actividad para incorporar nuevas ideas y mercados, y así extender su cadena de valor.
Modificar el perfil de un negocio implica tiempo, riesgos, dudas, capital, deudas y zozobras y, sobre todo, la decisión audaz de salir de la zona de confort para entrar en un nuevo concepto de empresa.
Para agregar valor a su producción, el empresario debe conocer el tema en profundidad, tener la agudeza crítica necesaria para detectar oportunidades, manejar bien la tolerancia a la frustración y confiar en la inteligencia colectiva. No se innova individualmente, sino conectando ideas y construyendo en red.
¿Qué es más riesgoso, seguir en lo que estoy haciendo o cambiar el perfil de mi negocio?
Normalmente no vemos el riesgo de mantener la fórmula que conocemos, en cambio comprendemos rápidamente el costo de probar lo nuevo. Suponemos que el entorno es lo suficientemente estable como para que aquello que sabemos hacer hoy sea igualmente exitoso y rentable en el futuro.
Lo único constante es el cambio de los mercados. Las cadenas de valor se redefinen cada día al ritmo de esos cambios. Los mercados que hoy parecen inconmovibles pueden decaer, y los empresarios que no tengan entrenada su capacidad de adaptación son mucho menos flexibles ante los vientos de la economía.
Autoevaluación: ¿Qué tan preparado estoy para el cambio?
Estas preguntas no tienen una respuesta única, cada productor sabrá cómo contestarlas. Pero es mejor plantearse el interrogante a tiempo que evitarlo. No por dejar de pensar se puede evitar el futuro.
¿Nos vemos dentro de cinco o diez años haciendo las mismas cosas que hacemos hoy?
¿Serán igualmente rentables? ¿Existirán los mismos productos y mercados?
¿Tendremos las mismas oportunidades de cambiar o el tren ya habrá pasado?
¿Cuáles son las tendencias que dominan mi negocio?
¿Cuánto estoy dispuesto a arriesgar hoy por estar en una mejor posición mañana?
Por Luis Galeazzi
Socio Director de Consultoría Barrero & Larroudé