Por la pérdida de rentabilidad de los contratistas de maquinaria agrícola, que brindan servicios de recolección de cultivos y son los principales compradores, las ventas de cosechadoras cayeron en 2014 al peor nivel de los últimos cinco años.
Entre enero y noviembre pasados se comercializaron, según fuentes del mercado, 537 máquinas, 36% por debajo de igual período de 2013. El número final de 2014, con el dato de diciembre, cerraría entre 580 y 600 unidades. Hay que remontarse a 2009 para encontrar un registro más bajo. Ese año se comercializaron, en medio de una intensa sequía y la crisis financiera internacional, 482 máquinas.
Deben venderse todos los años no menos de 1000 a 1200 cosechadoras para que se renueve el parque, que hoy totaliza unas 22.000 unidades activas. El pasado fue el tercer año consecutivo en que se comercializaron menos de la cantidad necesaria para la reposición.
“En cosechadoras el mercado cayó porque el contratista no tiene rentabilidad y no puede pagar cuotas tan altas de las máquinas”, contaron en una empresa. Según el modelo, las cosechadoras cuestan de 300.000 a 500.000 dólares. Los contratistas admiten que están en crisis por los mayores costos y la caída de los precios de los granos. En la Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Agrícolas (Facma), que agrupa a unos 4000 socios, dicen que la compra de sus asociados se redujo un 40%.
“Las inversiones que hoy se hacen son puntuales”, señaló Jorge Scoppa, presidente de Facma.
Otro factor que parece haber influido es el encarecimiento del crédito. Además, muchos contratistas son también productores de soja y al restringir el Banco Nación el financiamiento a quienes retienen la oleaginosa quedaron afectados.
Para Mario Bragachini, especialista en maquinaria del INTA Manfredi, pese a la caída en las ventas las nuevas máquinas que se venden son más grandes, potentes, con mayor capacidad de trabajo y tecnología. Son factores que parecen compensar la merma. “El valor en dólares de la inversión no bajó mucho y la capacidad de trabajo incorporada por año, tampoco. Estamos casi igual que los últimos años”, explicó.
Según publicó La Nación, contra el número que estima el mercado para 2014, para Bragachini las ventas fueron de 700 unidades. “La inversión dolarizada fue un 20% inferior a la de 2013, pero en los primeros seis meses [de 2014] se vendieron más máquinas que en 2013 [por los primeros seis meses de ese año]”, apuntó Bragachini.
En cosechadoras, las 22.500 máquinas activas en el país tienen un promedio de antigüedad de 8 años. Aquí los contratistas usan las cosechadoras más del doble de horas que en cualquier otro país. En Estados Unidos se usan unas 400 horas de motor, mientras que en la Argentina trepa a 1200 horas. Allí es usual que el mismo productor, independientemente de la escala, tenga su propia cosechadora. En la Argentina se apela más al servicio del contratista, que recolecta el 75% de la cosecha.
El año pasado también cayó el negocio de tractores. Según fuentes empresarias, entre enero y noviembre pasados se comercializaron 3926 tractores, 36% menos versus igual período de 2013, con 6129 equipos. Este dato incluye la venta de firmas internacionales y de la local Pauny. Se espera que con los números de diciembre el mercado total haya concluido en 4300 unidades.
En el sector sostienen que la venta bajó porque se redujo la entrada de equipos importados. Hace tres años el Gobierno trabó el ingreso de maquinaria y obligó a que las principales multinacionales comenzaran a ensamblar y producir algunos modelos con componentes locales. Pese al deseo oficial, la producción íntegramente local de firmas nacionales aún es baja. En tractores ronda el 15% de todo lo que se comercializa y en cosechadoras es un 13%