En las últimas campañas, la exportación del trigo sólo se ha hecho a través de una apertura parcial de las exportaciones con volúmenes acotados por las restricciones impuestas por el gobierno nacional, situación que sólo benefició a unos pocos compradores en perjuicio de la gran mayoría de los productores trigueros que no solo obtuvieron menores precios por sus cosechas, sino que en muchas oportunidades no tuvieron posibilidades reales de vender sus granos.
En enero del año próximo, habrá una cosecha hipotética de 11,5 millones de toneladas a las que hay que sumar un remanente de la cosecha anterior de aproximadamente 2 millones de toneladas que el gobierno impidió exportar. Es así que tendremos 13,5 millones de toneladas de hipotética oferta contra una demanda de 500.000 toneladas mensuales del consumo interno. De esta manera, si el mercado continúa cerrado, nuevamente el productor podría recibir un valor muy por debajo de la capacidad de pago de los compradores.
Con la exportación cerrada, se divorcia la sana competencia entre las necesidades de los exportadores y la demanda de consumo interno, impidiendo que se refleje el verdadero valor del producto y permitiendo que los exportadores puedan adquirir mercadería con los precios deprimidos durante el cierre exportador. De ese modo, frente a las aperturas parciales del cupo, como de antemano ya se compraron los saldos exportables, los precios no reaccionan al alza, situación que se reflejaría en este momento donde existe una importante diferencia entre el FAS Teórico (capacidad de pago) y el precio del mercado disponible, una diferencia de $375 por tonelada que perdería el productor triguero, según indica la información del mercado que se publica a diario.
Esta mala política, lejos de beneficiar la mesa de los argentinos, favorece a la parte fuerte de la relación comercial (la compra) y perjudica a los productores que reciben menos por su producto y a los consumidores porque pagan el pan cada vez más caro, como ha quedado demostrado a lo largo de los últimos años.
Los productores bregamos por un mercado transparente, previsible, abierto y con múltiples actores compitiendo, donde no ocurran estas transferencias de valor del sector de la producción hacia otros sectores.
Por Luis Miguel Etchevehere. Presidente de la Sociedad Rural Argentina