En las últimas dos semanas la oleaginosa marcó un pronunciado rebote en los mercados externos, que impactó favorablemente a nivel local y motivó la llegada a un nivel de precios que convenció a la oferta de volcarse con mayor agresividad al circuito comercial. Esta coyuntura fue interpretada como oportunidad de venta, generándose durante la semana un volumen de operaciones a nivel nacional que superó largamente el millón de toneladas, a valores que por momentos treparon hasta el objetivo de $ 2.400/ton que semanas atrás parecía muy distante.
Las fábricas más necesitadas de materia prima marcaron el sendero alcista de los precios, aunque operaron con cautela ya que los números del crushing siguen en rojo en el marco de una gradual desaceleración en el ritmo de trabajo de las plantas. Sólo los compradores que tomaron las mejores estrategias de cobertura en el volátil mercado de Chicago lograron cubrir enteramente sus márgenes industriales. Las cifras oficiales de procesamiento de soja en septiembre serán publicadas durante la próxima semana, esperándose un volumen apenas superior a tres millones de toneladas, que implicaría una ociosidad promedio de la industria cercana al 40%. De continuar la fluidez en el mercado del poroto durante algunas semanas más se podría encarar el último bimestre del año con mejores perspectivas que en el mismo período de 2013, aunque hay razones para dudar de ese escenario.
Para seducir a la oferta los compradores han diversificado sus ofrecimientos, convalidando una amplia gama de modalidades de contratación. Además de la compraventa a precio firme convencional, y las operaciones de canje, en los últimos días han reaparecido los negocios con descarga inmediata y precio fijo en dólares, pero pago diferido hasta la fecha en la que el vendedor decida fijar el tipo de cambio utilizado para la conversión y el cobro en pesos, según la referencia compradora del Banco Nación. La fecha límite para cerrar esas transacciones queda a criterio de las partes, pero algunos participantes permiten extenderlo hasta los meses de marzo y abril, justo cuando comienza el ingreso de la nueva cosecha.
La fuerte suba de la harina en el mercado internacional, impulsada por la demora en la trilla y el lento arribo de la oleaginosa al circuito comercial de Estados Unidos frente a una demanda notablemente firme, generó buenas oportunidades para los exportadores del subproducto que operan en el Up River. Las primas del mercado FOB continuaron firmes, al tiempo que aparecieron puntas compradoras dispuestas a convalidar valores casi u$s 50/ton superiores a los negociados en los futuros de Chicago con vencimiento en diciembre. La carga programada en estas terminales durante el próximo mes llega a 1,42 millones de toneladas.
Por su parte, el aceite de soja sigue con una tendencia prácticamente plana y sólo ha lateralizado en los últimos dos meses, cotizando ligeramente por encima de los u$s 700/ton en los contratos cercanos del mercado de Chicago. Un comportamiento similar aunque ligeramente más volátil han seguido los precios del aceite de palma en las últimas semanas. Los stocks globales de aceites vegetales son relativamente abundantes y la tendencia bajista que afectó recientemente al precio del petróleo resta competitividad a los biocombustibles.
Sobre el cierre de la semana tuvo lugar una toma de ganancias que alcanzó a los futuros de todo el complejo oleaginoso en Chicago. La llegada de mejores condiciones climáticas para la trilla en la zona centro y norte de Estados Unidos, sumada a un panorama climático más favorable en Brasil, condicionaron la marcha del mercado. Estos fundamentos podrían continuar impactando en el corto plazo, pero la clave de la evolución del mercado de cara a los próximos meses pasa ahora por la demanda. El USDA reportó la última semana exportaciones norteamericanas por casi 2,2 millones de toneladas, gran parte a China, generando una gran sorpresa entre los operadores.
Otro factor a seguir de cerca son las perspectivas productivas en nuestro país y los de la región. La siembra en la zona núcleo de Argentina ya comenzó y las expectativas de cosecha son muy optimistas, ante las recargadas reservas de humedad en los suelos y las perspectivas climáticas para los próximos meses, en los que se prevé lluvias al menos en los niveles promedio. Si finalmente se concreta un patrón Niño para los meses del verano es posible que la oleaginosa concluya la campaña con buenos rendimientos y un nivel de producción cercano al obtenido el año pasado.
Por Guillermo Rossi
Analista de mercados agrícolas de la BCR