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El dilema de Cristina

Históricamente, las crisis económicas severas se producen por crisis financieras, muchas veces como consecuencia de que los bancos centrales se quedan sin reservas.

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El cepo cambiario de octubre de 2011, al constituir una nueva y enésima ruptura del derecho de propiedad (el derecho de la gente a atesorar dólares) sumió a la economía en un contexto de gran desconfianza, motivo por el cual la demanda de dinero (pesos) comenzó a caer y la gente comenzó a dolarizar lo poco o mucho de su patrimonio.

Como era lógico, si la demanda real de dinero caía, la economía entraría en recesión y así el Gobierno desde ya hace casi 3 años se enfrenta a un dilema de política económica que la única manera de romper es con un plan antiinflacionario de ajuste monetario y del gasto público que sea duro, sólido y creíble. Como éste no forma parte del menú de opciones kirchneristas, se podría decir que “El dilema de Cristina” es y será casi permanente para su gobierno.

O cuida las reservas del BCRA, que los dólares libres no se le disparen (el mal llamado “dólar blue”-único dólar accesible para la gente de a pie- y el contado con liqui) y que la brecha cambiaria no se agrande haciendo una política monetaria contractiva (la política fiscal expansiva vía el aumento descontrolado del gasto público en el mundo K no se negocia) generando una fuerte caída en el nivel de actividad. O preocupado por la recesión y la caída en el empleo que está ocurriendo, hace una política monetaria blanda poniendo en riesgo las reservas del BCRA, haciendo que los dólares libres queden muy demandados y que la brecha cambiaria se dispare.

Otra manera de plantear este dilema es decir que hoy en la economía hay (entre muchas otras cosas) un exceso de oferta de pesos que, conceptualmente, es idéntico al exceso de demanda de dólares. O sea, es una misma moneda con dos caras: una es el exceso de oferta de pesos y la otra el exceso de demanda de dólares. Y esa moneda se traduce en (o “compra”) pérdida de reservas, subas de los dólares libres y de la brecha cambiaria por el lado financiero y/o recesión y destrucción de empleo por el lado de la economía real. El Gobierno tiene que optar de manera permanente entre uno de los dos resultados que provoca la “moneda”. Ese es “El dilema de Cristina”.

En la cara de moneda que es el exceso de oferta de pesos, éste es provocado por una oferta de dinero que crece a una alta tasa por el financiamiento monetario del déficit fiscal (base monetaria y deuda del BCRA de Lebac y Nobac) y una demanda de pesos que, en el mejor de los casos, está experimentando una leve caída en términos reales, o sea, que crece nominalmente por debajo de la inflación.

En la cara de moneda que es el exceso de demanda de dólares, éste está provocado por una demanda muy sostenida por la incertidumbre respecto del futuro, la expectativa de una tasa de inflación alta y creciente y tasas de interés muy negativas en términos reales para los que tienen que invertir en pesos en el sistema bancario. Por las mismas razones, la oferta de dólares es bajísima: ¿Quién vendería naturalmente dólares a valor de dólar oficial con una brecha cambiaria de más del 80%? Nadie o casi nadie.

Ahora bien. Históricamente, las crisis económicas severas se producen por crisis financieras, muchas veces como consecuencia de que los bancos centrales se quedan sin reservas.

El nuevo presidente del BCRA, Alejandro Vanoli, en sus primeros movimientos parecería haber decidido resguardar la precaria estabilidad financiera del modelo, poniendo todo el énfasis en no perder reservas y que los dólares libres no se disparen y dejando así, en un segundo plano, el fuerte proceso recesivo y de destrucción de empleo que vive la economía. En el “El dilema de Cristina” la opción elegida hoy parecería ser estabilidad financiera versus actividad económica.

Como buen hombre proveniente del cavernícola Plan Fénix, la manera de atacar la pérdida de reservas y la permanente suba de los dólares libres ha sido de una heterodoxia de “martillo y cortafierros”.

Nada hará el Gobierno para bajar el crecimiento de la oferta de dinero (pesos) porque para el kirchnerismo la economía está siempre en un contexto keynesiano donde se necesita déficit fiscal y mucho gasto público para poder crecer. Para lograr una suba en la demanda de dinero y de esa manera bajar la oferta excedente de pesos, el BCRA anunció el viernes pasado una suba en la tasa de interés para los depósitos a plazo fijo en pesos menores o iguales a $350.000.

En el mercado del dólar ha trascendido que tratará de aumentar la oferta de dólares presionando a las cerealeras para que vendan alrededor U$S 6.000M que supuestamente algún actor del mercado agropecuario tiene “encanutado”. Sobre la demanda de dólares ya está actuando metiendo miedo con sumarios y suspensiones a traders del contado con liqui.

He aquí dos absurdos, uno para la oferta y uno para la demanda.

Primero, es ridículo “apretar” a cerealeras para que vendan dólares, cuando las cerealeras comercializan los dólares que provienen de la soja que siembran los productores en sus campos. En todo caso, el Gobierno, siguiendo con su trasnochado pensamiento, “debería” usar la ley de abastecimiento para ir a los campos y obligar a los agricultores a vender su soja y ahí seguramente la crisis que vivimos en 2008 con la 125, en comparación sería un juego de niños.

Segundo, es ridículo “apretar” a bancos que operan en un mercado legal del dólar como el contado con liqui para que no operen, cuando éstos esencialmente lo que hacen es procesar órdenes de compras de bonos o acciones de sus clientes acá para después venderlos en el exterior y hacerse de los dólares que el BCRA les niega al valor oficial. Y sus clientes son empresas que tienen que girar dólares al exterior para hacer pagos de deuda externa, girar utilidades, cancelar deuda con sus matrices extranjeras, etcétera. Así que el Gobierno para bajar el contado con liqui debería decir con claridad que lo que quiere es que las empresas defaulteen la deuda externa, sus créditos comerciales con sus matrices y violen todo tipo de contrato que establezcan cuántos dividendos y cuántos royalties tienen que girar para cada operación.

En fin. La anterior es la particular manera con la que el Gobierno está enfrentando hoy el dilema que el cepo cambiario le creó desde hace tres años, o sea, las dos consecuencias de nuestra moneda de dos caras: estabilidad financiera versus recesión.

Llama poderosamente la atención cómo la Argentina responde a un fracaso previo e inmediato (por ejemplo, el dólar fijo de la convertibilidad con endeudamiento externo) con algo que también ya fracasó antes en los 70 y 80 (emisión monetaria y todo tipo de controles y discrecionalidades).

Es la “circularidad decadente”: siempre hacemos algo fracasado, mientras que los demás países aprenden, tienen menos crisis, crecen más que nosotros en promedio, agrandando la distancia con nosotros si son más ricos o acortándola si son más pobres.

Por José Luis Espert. Economista

Fuente: La Nación

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