La invitación realizada por la Cancillería de Rusia para que Argentina asista como invitado a la próxima reunión del BRICS a realizarse en el mes de julio en Fortaleza, tiene una enorme importancia para nuestro país. Si tras el evento avanza el proceso de incorporación como miembro pleno de ese cónclave, Argentina habrá dado uno de los pasos más importantes en materia de integración desde que entrara en vigencia el Mercosur.
Las oportunidades y posibilidades que brinda ser miembro del principal grupo de países emergentes en términos económicos, y más ambicioso en términos políticos, son muy amplias.
Como ya habíamos mencionado en el informe de AIERA del año pasado sobre este posible escenario (“El avance de los BRICS”, http://www.aiera.org/pdf/info24.pdf) dadas las dificultades y amenazas que se ciernen sobre la Argentina desde el exterior, formar parte de una grupo de países que tiene un peso geopolítico considerable y un claro proyecto de crecimiento y expansión, significaría contar con un paraguas de apoyo inestimable. Más allá de lo que se diga, no es lo mismo pararse sólo frente a los organismos e instituciones internacionales, que como miembro de un espacio con capacidad de respuesta. Dicha pertenencia sería un recurso preventivo de peso.
Desde el punto de vista económico, las oportunidades que se abren son muy interesantes para todos los sectores productivos. Las posibilidades que ofrece un grupo que nuclea al 40% de la población mundial, y a los dos países más poblados del mundo, en fuerte proceso de crecimiento y desarrollo, son gigantescas. Exceden ampliamente las posibilidades de abastecimiento de nuestro país.
Pero hay que tener muy claro dos situaciones. Primero, que no es lo mismo integrarse como proveedor de commodities y bienes primarios que como proveedor de productos elaborados. La primer opción significará un desvío de comercio, de los destinos actuales hacia los países BRICS, además de un seguro aumento de la oferta actual y de la que fuera a surgir. La segunda opción puede significar una lluvia de inversiones, fábricas y nuevos emprendimientos productivos en todas las provincias, que generaría un fuerte crecimiento económico en todo el territorio, con su correspondiente empuje en el empleo, la creación de puestos de trabajo de mejor calidad, reducción de la pobreza y mejora de las condiciones de vida para la población.
En segundo lugar, hay que ser realistas en que la sola apertura comercial, no va a provocar por sí sola que crezcan nuestras exportaciones de productos de alto valor agregado. Lograrlo va a requerir fuertes programas de impulso a las exportaciones. Los mercados que se abrirían serían muy diferentes a los tradicionalmentes conocidos y atendidos por nuestro país, por nuestras empresas y por nuestros empresarios. Habría que ampliar fuertemente nuestra concepción y nuestro conocimiento de esas sociedades y culturas. Hay un abismo cultural entre hacer un negocio en Venezuela, Colombia o Uruguay y hacerlo en la India, para poner un ejemplo. Las grandes empresas y grupos transnacionales que operan en nuestro país, son quienes estarían más preparados para atender esa situación. Lamentablemente, como ya lo hemos señalado en muchas ocasiones, esas empresas ya tienen filiales instaladas en esas regiones del mundo, por lo que no van a salir a buscar mercados agresivamente, más allá de que puede llegar a generarse desgravaciones arancelarias y beneficios impositivos que los pudieran inducir a replantearse algunos de sus negocios. Son pocas las empresas nacionales que hoy tienen capacidad de aprovechar una situación de esa naturaleza en el corto plazo.
La apuesta más importante que debería jugar nuestro país es la de explorar nuevos mercados y negocios a través de acuerdos políticos liderados por el Estado, a la que deberían sumarse gran cantidad de empresas, proveedores y socios privados. Estamos pensando en numerosos nichos y negocios que podrían abrirse a partir de la experiencia argentina en explotación de recursos y tecnologías hidrocarburíferas no tradicionales; en las posibilidades de la industria naval y de transporte automotor y de ferrocarriles; en la aparición de proyectos de generación de energía no tradicional, como los que puede lograr la CNEA, INVAP o el INTI; industrias de desarrollo bio y nanotecnológico; provisión de redes y servicios informáticos o de televisión digital que ya se han lanzado en nuestro país; empresas de producción de software y de contenidos culturales que han tenido un desarrollo propio muy importante en los últimos años. Obviando excepciones como la última mencionada, en las demás, la intervención y el rol del Estado para negociar acuerdos con los gobiernos de los otros países será vital. Solas, no van a florecer las mil flores. Va a haber que sembrar, cuidar y regar mucho.
Desde el punto de vista de las perspectivas que brinda pasar de una concepción regional a una concepción global del espacio en que uno se proyecta, el efecto que debería generar el BRICS sobre nuestros líderes es muy grande. Para quien lo quiera aprovechar, que no es un tema menor.
El BRICS está queriendo mostrar al mundo, – y en especial a los países emergentes y en vías de desarrollo – que es un modelo de desarrollo alternativo, que brinda innumerables posibilidades de crecimiento a quienes se le asocien. Se plantea como guiado por objetivos respetuosos de los deseos de cada país, del cuidado de las relaciones y acuerdos internacionales, y del ámbito del derecho internacional para no intervenir en los asuntos internos de cada país. Es un espacio que está peleando por hacerse su lugar y por romper el actual statu quo mundial. No tiene las condicionalidades y requerimientos que generan los organismos internacionales, que han sido guiados tradicionalmente por la defensa de una determinada situación, que favorece y cuida en especial el interés de los países desarrollados.
Está claro que muchos grupos nacionales van a preferir que Argentina siga inserto en su sistema de relaciones tradicional. Esos sectores son poderosos y van a buscar la manera de que esta oportunidad no genere frutos. Hay que ser conscientes de que no va a prosperar necesariamente. Como con la suerte, la oportunidad existe, pero hay que empujarla.
El BRICS reúne muchas de las cosas que Argentina necesita en estos tiempos, desde la pertenencia a un grupo de naciones pujantes, hasta una nueva proyección económica y política hacia el exterior. Por eso hay que ir para adelante.
Santiago Solda, economista de la Asociaciòn de Importadores y Exportadores (AIERA)