Las medidas aplicadas por el BCRA en enero de este año, fueron principalmente dos: devaluación y suba de la tasa de interés. Con un tercer agregado que fue la posibilidad de comprar dólares para atesorar para el pequeño ahorrista.
Cuando se toman este tipo de medidas, es posible anticipar los efectos que tendrán en la economía: un aumento en la inflación (como consecuencia de la devaluación) y una recesión (como consecuencia de la suba de la tasa de interés).
Los ajustes suelen tener impactos negativos de corto plazo, pero si modifica las expectativas, en el mediano plazo desata otros factores que tiran la economía para arriba. Uno de los principales problemas de hacer un ajuste sin convicción y parcial es que no mejora las expectativas.
La única duda que se tenía era cuánto tiempo iba a aguantar el gobierno en comenzar a dar marcha atrás con las medidas que tuvo que adoptar a regañadientes. Aguantó sólo 3 meses.
Por lo tanto, ya las medidas comienzan a relajarse, situación que queda en evidencia en dos temas:
Primero, es que fijaron el tipo de cambio en 8 y allí lo mantienen, implicando que con la inflación mensual se va licuando la devaluación real.
Segundo, la licitación de las Lebacs ya empezó a relajar la tasa de interés de manera de darle más liquidez al sistema. Vale decir que la tasa nominal subió, pero la tasa real continúa negativa.
Por lo tanto, a medida que pasan los días y no hay turbulencias cambiarias, el gobierno en lugar de hacer con más convicción las correcciones necesarias en materia fiscal y de ingresos está dando marcha atrás en la política monetaria.
Por qué se hizo el ajuste en enero:
Si no entendemos lo siguiente, no podemos entender lo que ocurre hoy. La devaluación y la suba de tasa de interés sucedieron por dos razones: la economía Real y la Financiera.
En cuanto a la economía real, el tipo de cambio atrasado afectaba a las exportaciones y estimulaba las importaciones. Esto tenía como consecuencia una fuerte baja en el saldo comercial y en la entrada de dólares. Como la devaluación era un poco todos los días, ocurría que los exportadores estiraban sus exportaciones esperando una devaluación mayor y los importadores hacían lo inverso tratando de importar todo antes para que les saliera más barato en pesos.
Esa situación ponía una presión muy fuerte sobre las reservas del BCRA que seguían cayendo.
En cuanto a la economía financiera, la gran emisión de pesos que hizo el BCRA para financiar el déficit de noviembre y diciembre, más la política de restricciones al consumo de dólares vía importación de autos y el turismo, dejó pesos que no tuvieron otro destino que el dólar blue y lo llevó a tocar los 13 pesos. Al estar la tasa de interés en pesos tan baja, no había ningún incentivo a quedarse en plazo fijo.
Para resumir: enero nos encontró con dos problemas:
* De competitividad en la economía real; y de alta emisión y bajas tasas de interés en lo financiero.
Las medidas de enero trataron de morigerar estos dos frentes. Devaluar para devolver competitividad a las exportaciones y poner un freno a las importaciones, dando un mayor precio, pero reduciendo la expectativa de devaluaciones futuras.
En lo financiero, subir las tasas de interés para incentivar el ahorro en pesos, ofreciendo la posibilidad de comprar dólares al minorista y forzando a los bancos a reducir sus activos en dólares.
El tiempo pasa
Ya pasaron tres meses, por lo cual resulta necesario ver cómo se desarrollaron esos problemas que habían obligado al ajuste de enero.
Desde la economía real: la inflación creciente ya se devoró gran parte de la devaluación y los aumentos salariales, en algunos casos superiores al 30% se encuentran por encima de la devaluación. Estos incrementos van a estar todos cumplidos en julio.
Por lo tanto el valor de 8 pesos por dólar, a medida que pasa el tiempo, cada vez se hace más barato y las expectativas de devaluación crecen. Una vez más los exportadores son tentados a demorar sus liquidaciones y los importadores a adelantar sus compras.
Al bajar la tasa de interés, el gobierno hace cada vez menos interesante quedarse en pesos, y esto se ve en el bajo crecimiento en los plazos fijos en los bancos. Por lo tanto, con las restricciones a comprar dólares vigentes (autos o turismo), claramente el paralelo volverá a subir.
Es decir, a medida que pasan los días, las razones por las que se ajustó en enero, van creciendo nuevamente.
El gran ausente sigue siendo la política fiscal, pese a que paradójicamente su déficit comienza a crecer no solamente por un incremento del gasto, sino por una caída en la recaudación en términos reales.
Si la política fiscal es laxa y la monetaria también, volver a enero es solo una cuestión de meses.
Por Tomás Bulat. Economista (Gentileza El Cronista).