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Pappo, el Dios de la Guitarra y de la Parrilla

Se cumplieron nueve años de la muerte de Norberto Napolitano, el Jimy Hendrix argentino que sabía tanto de guitarra como de asados. Fue, según recuerdan, el “primer parrillero de la historia con pantalones de cuero”.

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Pocas personas de la cultura popular argentina representan, como Norberto “Pappo” Napolitano, esa mezcla casi perfecta de vereda de barrio y marquesina de Hollywood, de parrilla y guitarra eléctrica, de estrella de rock y mecánico de Warnes.

Ángel y demonio, niño-adulto y monstruo enceguecido de las rutas, adorado por roqueros de todos los pelajes y por las madres -después del famoso “Nadie se atreva a tocar a mi vieja”, de Sebastián Borensztein-, Pappo era tan asiduo del Madison Square Garden como de las fondas, las parrillas y los bodegones.

Por eso mismo es casi una obviedad histórica que el “Carpo” fuera, además de fanático del blues, del rock y del Chevrolet, un ferviente y empedernido adorador del asado.

Cuatro anécdotas sirven para graficar la pasión carnívora del Jimy Hendix argentino que, paradójicamente, como buen rocker de las pampas, pasó a la inmortalidad montado en su moto… después de cenar en una parrilla de Luján.

Con la “nerca”, no

Gabriela Sinagra, cantante rosarina, recuerda en la web www.elsitiodepappo.com.ar que una vez fue invitada a un asado con el que homenajeaban a Pappo: “Yo estaba sentada justo enfrente de él. Cuando llegó la ‘mercadería’ a la mesa, supongo que haciendo gala de su caballerosidad, levantó su plato hacia mí y me dijo que me sirviera y yo, entre la variedad de cosas que había, pinché un pedacito de carne. En ese preciso instante él, con su mejor voz de Blues y abriendo sus ojos endemoniadamente, me dijo: “¡¡¡¡LA NERCA NO!!!!”. Y bueno, así como la había pinchado, la despinché y pinché alguna otra cosa…”.

Mollejas

Luciano Napolitano, el hijo de Pappo, cuenta que una vez fueron juntos a unos estudios de grabación en Don Torcuato. Allí se encontraron con Michel Peyronel (baterista de Riff, la banda de rock pesado fundada junto a Pappo a principios de los ’80), que era productor del grupo Los Visitantes. Dice Luciano que llegaron “medio copeteados” (SIC) y que en lugar había un asado en marcha, con un sector de la parrilla que nadie la tocaba porque era ‘especial’: el rincón de las mollejas.

Peyronel, conociendo las travesuras de ese corpulento niño de casi cincuenta años, se acercó al guitarrista y le dijo:

-Pappo, por favor no me hagas quilombo, porque estoy produciendo una banda.
-¿Qué banda?
-Los Visitantes.
-¿Y a quién visitan?
“Nos empezamos a cagar de la risa”, cuenta Luciano y recuerda con una sonrisa que su padre “fue a la parrilla y como un cavernícola, agarró los dos pedazos de molleja con la mano y nos los puso en la boca, como a dos perros. ‘Coman cachorros’, decía. Mordimos y los volvió a poner en la parrilla. ‘La rubia’, como le decía él (a Peyronel), se puso nerviosa…”.

Carne de cabaret

Fabián Giordano, sonidista, recuerda que una vez salieron de “caravana” con Pappo y, después de recorrer unos cuantos cabarets recalaron en “Cocodrilo”. “Yo estaba muerto de hambre desde que habíamos salido y le decía a Pappo que tenía que comer algo antes de seguir chupando. El loco se metió en una puertita del boliche y me trajo un pedazo de carne. Cuando casi nos lo estábamos terminando, salió un empleado que lo re-conocía a Pappo y le preguntó de dónde lo había sacado. El Carpo se empezó a reír y le tipo le dijo: ‘Pero ésa es la comida del perro’. Resulta que Pappo había entrado a la cocina y lo primero que vio fue el plato del perro, que tenía polenta y carne. Agarró la carne, la lavó con agua y me la trajo… Yo empecé a vomitar y Pappo seguía comiendo”.

Pappo parrillero

Norberto “Ruso” Verea, ex arquero de Independiente y Chacarita, comentarista, locutor de radio y personaje de los medios comenta una anécdota muy poco conocida de Pappo, el primer parrillero de la historia con pantalones de cuero: “A mediados de los 80 yo tenía una parrilla que se llamaba ‘Choripalandia’, que quedaba enfrente del Cine Avellaneda donde ahora hay un ‘Jesús te Salva’. Un día nos falta el parrillero y en medio de la locura de atender todo, la parrilla, la ensalada, la bebida, cae Pappo, que solía venir de vez en cuando. Nos saluda y le cuento: ‘No vino el b… del parrillero’. Enseguida se saca la remera y me pregunta: ‘¿cómo están haciendo los chorizos?, ¿están marcados?, ¿de qué tamaño son las fetas de vacío?’. El tipo, con sus pantalones de cuero, hizo de parrillero toda la noche.

La parrilla cerraba tarde porque esperábamos a que termine la última función del cine. A eso de la una de la mañana, caen tres pibes del ‘Docke’ que piden tres choris y un litro de vino. Entonces uno le dice al otro, ‘che, ese es Pappo’, ‘¡callate, vos estás en p…!’. Pappo, que estaba escuchando la escena, se acerca y dice: ‘Sí, soy Pappo, ¿qué te pasa p…? ¿No puedo ser Pappo y hacer chorizos?’”.

Por Luis Fontoira. Creador de Historias de la Carne

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