No basta con sincerar el IPC. Faltan las tarifas públicas y, en general, la cuestión fiscal. La suba de tasas de interés ¡no es para tanto! y su efecto recesivo puede ser atenuado con la creación y estímulo de un sistema financiero en dólares, todo lo contrario a lo que se quiere hacer desde el miércoles 5 de febrero, cuando se castigó a los bancos con tenencias en esa moneda. Las paritarias no deberían superar, en promedio, el 25%. El riesgo es la creciente economía informal o el ajuste negativo en el nivel de empleo privado.
Sincerar todo.
El gobierno decidió dar el primer paso en el sinceramiento de las variables, al acelerar la tasa de devaluación del Peso, para después iniciar un proceso de revaluación de nuestra moneda e inducir la rápida liquidación de las tenencias de los exportadores o particulares. Por eso, el Dólar oficial hoy está por debajo de los $ 7,80, luego de haber superado los $ 8.
El segundo sinceramiento fue el Índice de Precios al Consumidor Nacional Urbano. Todavía no se conocen las canastas básicas para el cálculo de pobreza e indigencia, pero ya subieron, en la Bolsa, los Títulos con ajuste del CER.
Falta sincerar la situación fiscal ya que, como se verá más abajo, la política monetaria es relativamente consistente con una tasa de interés real positiva y, por consiguiente, un enfriamiento de la economía en pesos, que sólo podrá ser “salvado” por el crecimiento de la liquidez corriente en dólares.
Sincerar lo fiscal implicaría reconocer los números de fines de 2013 y dejar de “estudiar” la cuestión de las tarifas públicas y los subsidios y pasar claramente a la acción.
El último trimestre de 2013, el Tesoro cerró con un rojo muy violento. El déficit primario del trimestre superó los M$ 29.300 y el financiero los M$ 42.300, lo cual, anualizado y calculado a un Dólar promedio de $ 6, equivale al 6% del PBI. Este porcentual es muy superior al del Monitor Fiscal del FMI, en base a los primeros meses, presentado en octubre pasado (3,6%).
Así como hubo una pésima noticia para el cierre de 2013, en enero de 2014 se produjo una recaudación tributaria record, ya con el efecto, aunque sea mínimo, de la devaluación, en la recaudación -en pesos- de los impuestos al comercio exterior y los anticipos de IVA y Ganancias que se aplican a dichas operaciones. La Administración Nacional recibió 39,9% más que en enero de 2013 y la coparticipación a las provincias aumentó 41,4%.
Por eso, llama poderosamente la atención que, en lo que va de 2014, todavía el Central haya asistido al sector público en M$ 7.303, hasta el viernes 7 de febrero. Los adelantos al Tesoro, desde el Central, crecieron nominalmente, en M$ 54.870 interanual, lo que da un promedio mensual algo superior a los M$ 4.500. Quiere decir que -en enero- hubo más adelantos que el promedio de los últimos doce meses, lo cual se comprende: cuentas de gas y pagos a organismos internacionales siguen estando a cargo del ¡pobre! Banco Central.
¿Cómo medir una devaluación?.
La variación nominal del Tipo de Cambio, en el último año, al día viernes 14, es del 57%, un porcentaje parecido, aunque inferior, al del día 7 de febrero, último informe disponible por el Banco Central. A ese día, los indicadores monetarios y crediticios habían tenido las siguientes variaciones:
La Base había subido 20,8% interanual; el circulante 19,3%; el M1 28,6% y el M3 24,7%. Quiere decir que el multiplicador era bajo y ya se estaban reduciendo las tenencias líquidas del período del pago de aguinaldos e inicio de vacaciones. Si baja el circulante, es mucho más difícil aplicar el impuesto inflacionario. Las proyecciones que se hacen de inflación deberían tomar en cuenta estos parámetros monetarios. Una inflación mayor al 30%, como muchos calculan, impondría una baja en la velocidad de circulación del dinero, cosa que puede ocurrir por la posible recesión de febrero. Pero no continuaría, cuando ingresen los dólares de la gruesa, en la segunda semana de abril, si el Central esteriliza los pesos de su compra.
Los depósitos totales en el sistema financiero crecieron 26,6% y los privados lo hicieron al 26,9%. Los crecimientos a la vista son del 23,3% y a plazo, del 30,8%. Como se ve, está surtiendo efecto la suba de la tasa de interés. A ese día, la BADLAR privada anual era del 25,5%, mientras que 30 días antes rendía 21,13%. Lo propio ocurrió con los depósitos en dólares a más de 60 días, que pasaron de rendir 0,61% anual a 1,53%. Finalmente, los adelantos en cuenta corriente “con acuerdo” a empresas, en 30 días, subieron de 23,61% a 26,31% anual.
Si uno mira la primera semana de febrero, observará que, en la creación de Base Monetaria, el sector público obró contractivamente (M$ 1.213) en tanto que la compra de divisas -por el BCRA- lo hizo expansivamente (M$ 8.854; algo así como MU$S 1.120). El Banco Central, que había estimulado a los bancos en colocaciones de LEBACs en dólares, para que éstos atrajeran depósitos y así constituir más Reservas, cambió drásticamente su actitud el miércoles 5 de febrero, cuando se negó a asistir a la demanda de divisas de los importadores y puso límites a las tenencias en dólares, de todo pelaje, por parte del sistema financiero. De allí que comenzaran a caer las cotizaciones del Dólar, en sus diversas presentaciones, desde las más timberas hasta la oficial.
En síntesis, estamos en presencia de una violenta devaluación real, acompañada por una acertada política monetaria que da tasas altas, ¡pero no demasiado! y que, para no inducir una recesión en la economía en pesos, obliga a hacer líquidas las tenencias en dólares, con la consiguiente baja del tipo de cambio nominal. Si se cumple el compromiso de CIARA, que en la primera semana de febrero declaró por MU$S 419,4, el Central podrá pasar este mes, como si fuese marzo, que es cuando las liquidaciones diarias del complejo agroindustrial pasan de MU$S 50 a 80. En abril estaremos mejor, ya que podremos hablar de MU$S 150 diarios. Pero, una vez más, debe haber confianza y sinceridad fiscal para que la rueda siga girando, por dos meses más, hasta que llegue el yuyo.
Las paritarias.
Muy pocos son los sectores con ingresos en dólares, que puedan verse beneficiados por esta devaluación real del Peso, que podríamos estimar en casi un 30% (el cociente entre 1,57 de variación en el tipo de cambio y 1,208, de variación de la Base Monetaria, interanual, al 07-02-14). Para que esta devaluación surta efecto, debe licuar los ingresos en pesos, entre ellos los que provienen del gasto público.
Hay sectores, como el automotriz (y autopartista), cuyo componente importado los transforma en las principales “víctimas”, lo cual propicia un ajuste de cantidades. Por eso ya se están empezando a ver, aún antes de iniciar las paritarias, despidos y suspensiones, por ejemplo en la ciudad de Córdoba. Es “muy real” la devaluación.
Los Ministros de Economía de varias provincias argentinas intentaron acordar un aumento único del 25% anual, primero entre sí y luego cada uno con sus respectivos gremios. Por supuesto que éstos, influidos por la confusión de los discursos en torno a la inflación esperada, no quieren arreglar por un año y, menos aún, por este porcentaje.
Para colmo, fue inoportuna la publicación del nuevo IPCNu, al 3,6% para enero. Todos sabemos que, en febrero, se siente el mal humor del regreso de las vacaciones, las tarjetas de créditos están al rojo y todo el mundo está juntando los centavos, para mandar los chicos a la escuela. Es decir que no se deberían tomar decisiones “anuales” en ese contexto, ni en el sector privado ni en el oficial.
En caso de superar la cifra del 25% en las paritarias, en promedio, a estar por la liquidez disponible en el sistema financiero, claramente se producirán ajustes de cantidades, como los que mencionamos para el sector automotriz. Si antes teníamos un sector informal, en materia laboral, que involucra prácticamente a un tercio de los asalariados, subas nominales difíciles de pagar, serán una clara inducción a una economía más negra. Tal vez no crezca el desempleo, pero sí el subempleo y la informalidad.
Por eso, la política económica debe sincerar la cuestión fiscal, acompañar al Banco Central en su política restrictiva y abandonar toda la ideología contradictoria, que impide la creación de un sistema financiero de créditos y depósitos en dólares, supervisados por un Central autónomo y estimulado por la colocación de Letras en Dólares.
Una propuesta en este sentido, para la economía en su conjunto, se presentó en una nota anterior, cuando se mencionó que el Jefe de Gabinete manejaba la cifra de MU$S 143.000 de activos que están fuera del sistema. En la columna de hoy, de agro, también se hace una propuesta para que éste abandone sus estrategias de no bancarización y de financiamiento del capital de trabajo en grano. Hay que inducir a que todos estos recursos se vuelquen al sistema financiero, tanto los fugados como los ensilados. La salvación, ante la probable recesión, se encuentra en el desarrollo del sistema financiero bi-monetario y no en las cajas fuertes, ni en los silos-bolsa. El ahorro (y el sacrificio) ya se hizo. ¡A movilizarlo!.
En síntesis, la sinceridad ayudará a la confianza. Sin este paso, será muy difícil remar en el barro, hasta la entrada del yuyo. Las autoridades deberían saber que, entre abril y mayo, en sólo cuatro semanas, se pueden juntar las Reservas para un pago inicial al Club de París (previa aceptación del IPCNu y Art. 4º, por el FMI). Seria otro paso hacia la sinceridad. Si no lo van a dar, entonces “bocca chiusa”.
Los que ganamos en pesos, deseamos fervientemente que se avance con decisión, en este sentido, aunque miremos el desarrollo del sistema en dólares, con “la ñata contra el vidrio”.
Por Jorge Ingaramo. Asesor técnico de Asagir
Especial para Infocampo