Las insufribles temperaturas que están calcinando a gran parte de los argentinos y también a sus producciones son la mejor comparación del momento. La cadena de ganados y carnes es por antonomasia una actividad siempre ligada a la refrigeración, el formato con el cual se puede comparar hoy es con las altas temperaturas. Haciendo un poco de memoria, el salto internacional que permitió incorporar a la Argentina decididamente en el comercio mundial de carne fue la creación de los barcos refrigerados, el francés Charles Tellier en 1874 bota el primer barco denominado “frigorifique” que por raras andanzas del destino nos trae desde el puerto de El Havre a Buenos Aires carne bovina y ovina. Toda una política comercial de convencimiento de que esto es lo que debíamos hacer, enviar a Europa nuestra carne por barcos refrigerados, en 1883 por primera vez zarpó desde Campana y desde Latinoamérica un barco con carnes argentinas, River Plate Fresh Meat Co. Ltd.
Este 2013 fue un año que comenzó manteniendo los precios planchados de todo el 2012 y que recién en octubre comenzó a vislumbrar pequeñas alzas que fueron exuberantes durante noviembre con un 24% entre mes en mes y que en diciembre fueron digeridas con pronóstico reservado para el próximo año.
Que la invernada haya estado tanto tiempo con precios amesetados y que el gordo también siguiera este curso permitiendo incrementar su consumo per cápita, es la mejor demostración que como una olla a presión toda la contención de casi dos años explota con saltos espasmódicos, los cuales generalmente adquieren magnitudes importantes no sirviéndole a nadie. Todos esperamos una corrección permanente que acompañe a la inflación y no un salto brusco que justifique el efecto “olla a presión”, cuanto más se distorsiona el mercado y trabas ficticias se le pone, siempre hay un momento en que la presión supera la vallas de contención.
Pareció por mediados de año que la exportación comenzaba un nuevo período de crecimiento a partir de la necesidad de ingresos de divisas y que el sector pecuario iba a comenzar a proveer de nuestras carnes al mundo, pero siempre la falta de reglas claras para un sector que necesita recomponer su bajísimo stock de novillos, encontró las limitaciones de hacienda y deseo de engorde de animales pesados por parte de los productores, una decisión de reasignar un novillito de consumo a exportación es la suma de varias decisiones, una modificación financiera de ingresos que se prolonga en el tiempo y la certeza que cuando el mismo este gordo podrá ser exportado. El calor de diciembre siempre nos trae a la mente lo complicado que está toda la situación política, social y económica, en medio de tantos grados nadie va a realizar tomas de decisiones de envergadura, todos están esperando que el año finalice y recién sobre mediados del primer trimestre aparecerán las apuestas.
En oportunidades las decisiones en Argentina se parecen más a un juego con apuestas, porque en el fondo tienen un componente de aleatoriedad con pocas certezas, la mayoría son riesgos y si se acierta se vivirá como un instinto empresarial mayúsculo. En medio de esta precarización los productores deben imaginarse el 2014, con mucho en contra y poco a favor ni siquiera el tiempo ayuda con algunas lluvias que calmen tanto fuego, ya sin “energías” y con la “luces” apagadas finalizamos el año, pero todos somos argentinos y como cada día nos levantaremos y comenzaremos de nuevo a trabajar, pensando en un país mejor, soñando en dejarles algo más ordenado a nuestros hijos.
La cadena de ganados y carnes no está en el frezzer, está tan caliente que está esperando que la dejen trabajar para mostrar todo lo que es capaz de hacer, nosotros queremos volver a ver nuestra carne en la mesa de los argentinos pero también en los mejores restaurantes del mundo.
Por Raúl Milano
Director Ejecutivo de Rosgan