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Evolución y Prospectiva de la Isoca Bolillera

Manejar a futuro ciertos parámetros u observaciones que nos permite estimar o predecir posibles cambios poblacionales de una campaña sojera a la siguiente.

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La isoca bolillera, Helicoverpa gelotopoeon, ha mostrado una incidencia sobre soja muy cambiante a través de las décadas en las que esta oleaginosa se cultiva de manera extensiva en la Argentina. Han sido varias las razones de este diferencial comportamiento de la plaga (altos impactos registrados al inicio de la difusión de la soja y en los últimos 5-6 años), pero indudablemente que en uno y otro momento fueron distintas las causas de su incremento poblacional.
 
En suma, atendiendo cómo juegan ciertos factores bióticos y abióticos en el desarrollo de esta plaga podremos llegar a entender mejor su comportamiento y, tal vez, manejar a futuro ciertos parámetros u observaciones que nos permitan estimar o predecir posibles cambios poblacionales de una campaña sojera a la siguiente.
 
Factores bióticos

Las poblaciones plagas de los cultivos extensivos están reguladas por factores bióticos y abióticos. Entre los principales factores bióticos se pueden señalar a los siguientes:
 

a) Efecto de la fauna benéfica

        Cuando se cita a la fauna benéfica es en referencia al complejo de artrópodos que actúa como un eficiente supresor natural de las poblaciones plagas, ya que se alimentan de éstas, en beneficio de la producción de los cultivos. La abundancia de los agentes benéficos, y en ellos debemos sumar a los entomopatógenos también, está en directa interrelación con el cultivo: sus características varietales, condiciones de desarrollo, planteo y manejo agronómico del mismo como espaciamiento entre hileras, rotaciones de cultivos, presencia de malezas y de hospederas cultivadas favorables a la/las plagas, etc.

        Es decir, los enemigos naturales de las plagas –naturales porque existen normalmente en el ambiente circundante y dentro del lote de la especie vegetal cultivada–  en interrelación con todo el agroecosistema biológico. La principal cuestión al respecto, no es solo citar a los benéficos sino manejarlos convenientemente a fin de no limitar significativamente su presencia, ni mucho menos erradicarlos, por desconocimiento de alternativas apropiadas y/o tomas de decisiones a favor de su adecuado manejo en el cultivo.
 
b) Efecto de la acción del hombre

    Dentro de los factores biológicos que inciden sobre las regulaciones de plagas, también está el hombre, a través de sus intervenciones químicas inadecuadas. Dichas intervenciones con el afán de “proteger al cultivo” frente a las plagas, muchas veces en lugar de actuar de manera compatible con los benéficos causan efectos no deseados al limitar o eliminar los enemigos naturales presentes, dejando al agroecosistema sin sus defensas naturales al “liberarlo” de poblaciones de benéficos. Ello se traduce en el corto plazo en la resurgencia de la plaga que se intentó controlar, o bien facilita el incremento poblacional de otras especies perjudiciales que en el agroecosistema se encontraban sólo como plagas potenciales.

c) Efecto de hospederas favorables

    La implicancia de las hospederas que favorecen a la isoca bolillera H. gelotopoeon, resulta clave para su desarrollo poblacional. La evolución de esta plaga en el cultivo de soja, podría citarse como uno de los “leading case” de los cambios en el impacto de plagas desde que la soja comenzó a tener fuerte expansión como cultivo extensivo a comienzos de los 70´ en Argentina. La isoca bolillera fue plaga importante del cultivo en la región pampeana durante la década del 70 y hasta mediados de los 80´, debido fundamentalmente a la presencia en dicho período de una gran superficie cultivada con alfalfa, una hospedera que favorecía notablemente el desarrollo de las generaciones de bolillera durante gran parte del año. Para entonces, se sembraba una muy significativa superficie de esta leguminosa forrajera, ya sea en forma pura o consociada con otras especies en pasturas perennes.

Esa situación, caracterizada por la amplia disponibilidad de lotes con la mencionada forrajera, situación casi inexistente en las últimas décadas, era complementada en los 70´ por otra hospedera, cultivada en invierno-primavera, la cual también favorecía sustancialmente el desarrollo de la isoca bolillera: el lino. Este cultivo industrial fue muy sembrado por entonces en el núcleo pampeano, cuya plaga principal era la isoca bolillera, insecto que por entonces tenía mucho impacto en la producción del cultivo. Debido fundamentalmente a ambas especies cultivadas, hospederas claves de la isoca bolillera –nombre derivado de su preferencia por alimentarse de las bolillas o cápsulas del lino–, en aquellos años sus altas poblaciones producían ingentes daños en soja como cortadora de tallos y pecíolos, así como grandes pérdidas de inflorescencias, vainas y granos.

La subsiguiente y drástica disminución de sus principales hospederas, prácticamente erradicación tanto del cultivo de lino como de la importante superficie alfalfera de la región pampeana, proceso consolidado en la década del 80, trajo aparejada la virtual desaparición de la isoca bolillera como plaga del cultivo de soja. Por tal motivo, pasaron más de 20 años sin que H. gelotopoeon mereciera la atención del productor sojero debido a la ausencia de su impacto económico sobre la producción de esta oleaginosa. Es más, por tal razón esta especie de lepidóptero era desconocida por la gran mayoría de los productores sojeros argentinos del nuevo siglo.
 

Factores abióticos

    También es conocida la gran importancia de factores abióticos, como ciertas condiciones climáticas, que estimulan o favorecen el desarrollo y explosión de determinadas plagas. Para dar un ejemplo entre muchos, a través del planteo inverso, podríamos decir que sería impensado un fuerte impacto del “Elasmo”, Elasmopalpus lignocellus, sin que exista un período previo y prolongado de sequía.
 
            Sin embargo, la gran mayoría de las plagas están asociadas con un grado diferente, a tales o cuales condiciones climáticas; es decir, que para muchas plagas la asociación entre el incremento de su población y determinados parámetros abióticos no es tan fuerte ni evidente. Por el contrario, en unas pocas especies de artrópodos plaga esta asociación es muy clara, y generalmente el desarrollo de las mismas está asociado a solo un factor climático determinante, o al menos a solo unos pocos. O sea que en estos casos, un factor climático dado es –por lejos– el principal responsable del desarrollo poblacional de una plaga.

 Sin llegar al fuerte nivel de asociación que tiene la plaga previamente mencionada (Elasmo) con una condición climática como el caso de una sequía regional, la cual resulta excluyente para su desarrollo, en el caso de la isoca bolillera, H. gelotopoeon, también es favorecida por este factor abiótico. Las condiciones climáticas que favorecen a bolillera, se ponen en evidencia después de una prolongada época de seca o falta de disponibilidad hídrica desde la salida del invierno y parte de la primavera, sobre todo acompañada de altas temperaturas. Dicha condición predisponerte de sequía prolongada, favorece a bolillera aún más todavía cuando las mismas prosiguen durante la época estival, aunque se produzcan interrupciones temporarias debido a lluvias de magnitudes escasas o insuficientes.
 
Tal es así que, después de mucho tiempo sin aparecer como plaga en la soja pampeana, la isoca bolillera volvió a irrumpir sobre este cultivo y región durante la campaña 2008/09, y de manera explosiva, como consecuencia de condiciones climáticas caracterizadas por la falta generalizada de lluvias y altas temperaturas en gran parte de la mencionada gran región agrícola. Las condiciones de sequía en suelo y ambiente presentadas desde la salida del invierno, y agravadas en primavera-verano durante dicha campaña, se tradujeron en la sequía más intensa de los últimos 50 años que se tenga registro para la zona central del país (Buenos Aires, Entre Ríos, La Pampa, Córdoba y Santa Fe), región productora de cereales graníferos y de la principal oleaginosa, la soja, el cultivo más sembrado de la Argentina.

Evolución poblacional de bolillera

La intensa sequía del ciclo agrícola 2008/09, extendida en tiempo y espacio en toda la región pampeana, se constituyó en el factor desencadenante para el desarrollo, inicialmente incipiente y posteriormente de manera explosiva, de la temible isoca para el cultivo de soja conocida como isoca bolillera. La significativa aparición de esta plaga, y el riesgo sobre su crecimiento exponencial, se reflejó a comienzos de la citada campaña sobre cultivos de arveja.
 
            Adicionalmente la continuidad y profundización de la sequía, sobre más de diez millones de hectáreas sembradas con soja en la región granaria por excelencia de la Argentina, indujo a un rápido incremento poblacional de la isoca bolillera, afectando al cultivo prácticamente desde el inicio de su ciclo agronómico a través de generaciones superpuestas que afectaron fuertemente la producción de la oleaginosa. El gran impacto de la plaga fue debido tanto a las altas densidades poblacionales de la misma, como al desconocimiento sobre su manejo y control que por entonces tenían la mayoría de los técnicos y productores.

En dicha campaña 2008/09 las poblaciones de H. gelotopoeon, detectadas en trampas de luz con mucha anticipación, se incrementaron varios cientos de veces respecto de los muy escasos individuos registrados en años anteriores, según estudios de seguimientos poblacionales de lepidópteros adultos que se conducen a través del Sistema de Alerta por aparición de plagas implementado en toda la región pampeana.
 
Pero llamativamente, cabe remarcar que la bolillera también tuvo en la campaña siguiente (2009/10) una fuerte presencia e impacto sobre el cultivo de soja, principalmente durante su estado vegetativo, pero no ya por condiciones de sequía sino debido al “residuo poblacional” de bolillera de la campaña anterior. Es decir que, al final de la campaña, el remanente de las altas infestaciones del 2008/09 se constituyó en la población que impactó en soja al año siguiente (2009/10), aún bajo alta humedad generalizada durante esta última campaña.
 
Resulta muy fuerte la implicancia de una gran cantidad de larvas que, a pesar de los tratamientos químicos para su control, al final del ciclo de la soja alcanzan a empupar para pasar así el invierno hasta llegar la primavera, donde eclosionan y producen los primeros ataques de la nueva campaña. Aunque en esa nueva campaña se presenten condiciones climáticas no favorables, la bolillera volverá a impactar sobre el cultivo de soja tal como ocurriera en la campaña 2009/10, como consecuencia de la elevada población residual hibernante del año anterior.
 
En resumen, las variaciones interanuales de las poblaciones de isoca bolillera H. gelotopoeon –en base al conocimiento de la plaga, su seguimiento, y condiciones climáticas imperantes con influencia sobre la misma– permiten inferir claramente la fuerte asociación de esta especie con condiciones de baja disponibilidad de humedad en suelo y ambiente durante la época primavero-estival, y la presencia o no de poblaciones remanentes del año anterior.

Qué se espera para la presente campaña?

    Teniendo en cuenta los dos parámetros anteriormente mencionados, en principio se podría hacer un simple análisis:
     
a) Período de sequía previo.
     
    Al respecto, en el presente año las condiciones que se han dado en la mayoría de las zonas de la región pampeana coinciden con el registro de un fuerte déficit hídrico desde la salida del invierno hasta el momento, independientemente que por estos días haya mejorado de manera sustancial, en algunos casos, la situación sobre necesidad de disponibilidad de agua para las siembras de cultivos de verano.
     
    A manera de ejemplo, en el Partido Pergamino se acaban de registrar lluvias las que generalmente, a mediados de octubre, resultan suficientes para retomar la demorada siembra de maíz. Sin embargo en esta zona, como desde luego que en muchas otras, se viene de una situación caracterizada por restricciones hídricas de importancia, durante varios meses. Dicho déficit hídrico durante un largo período, se pone en evidencia en la reducción de alrededor de 200 mm de agua caída en lo que va del presente año, respecto de los registros históricos hasta principios de octubre.
     
    En otras palabras las condición de sequía previa prolongada, favorable para el desarrollo de la isoca bolillera H. gelotopoeon, estuvo dada.
     
b) Población plaga remanente del ciclo anterior.
     
    En la zona núcleo pampeana, en general, se alcanzaron a generar moderados a altos niveles poblacionales de bolillera durante la pasada campaña, y específicamente durante la parte final del ciclo de la soja, es decir durante el estado reproductivo de los cultivos de primera y de segunda.

    Los significativos niveles con los que se presentó la plaga, así como fundamentalmente el momento en el que se dio (final del ciclo del cultivo), permiten inferir que una alta densidad de larvas han podido empupar en el pasado otoño, pasando así el invierno. Ello implica que una importante densidad poblacional de bolillera estará en condiciones de eclosionar a partir de estos momentos –mediado de octubre– en la presente primavera, dando origen a la primer generación de esta especie durante la campaña 2013/14.
     
    En conclusión, el panorama para la presente campaña, entonces, no es para nada halagüeño en cuanto al riesgo de impacto de este temible lepidóptero plaga. El “mal pronóstico”, en base a los dos parámetros tenidos en cuenta, acechará los cultivos de arvejas y garbanzos, y posteriormente los cultivos de soja, cuya siembra a mediados de octubre está en sus aprontes.
     
    Ya los iniciales registros de capturas de adultos de bolillera en trampas de luz están confirmando que los parámetros de referencia como sequía previa y prolongada, así como la población hibernante “remanente” de la campaña anterior, son lamentablemente válidos para hacer una predicción de mediano y largo plazo sobre la aparición de esta temible plaga de cultivos leguminosas.

Por Nicolás Iannone. Ingeniero Agrónomo

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