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Prometedora negociación con Rusia

La Argentina debate un acuerdo que podría crear un mercado muy atractivo para cortes finos. El avance restaría oferta en Europa, ejerciendo una presión alcista sobre los precios. 

infocampo

Una misión de funcionarios y empresarios argentinos tiene previsto visitar Moscú a principios de septiembre para terminar de consensuar un acuerdo sobre las características de los cortes de alta calidad que podrían ingresar con aranceles del 15% en el mercado ruso. Así, se podría allanar el camino para que en el marco de la reunión del G-20 -programada para el mismo mes, en San Petersburgo- se realice un encuentro de funcionarios del máximo nivel que culmine con la firma del convenio.

Tras años de negociaciones, Rusia ingresó a la Organización Mundial de Comercio (OMC) a fines de 2012. Por ser un rubro sensible, la carne vacuna siguió siendo uno de los pocos productos que mantuvo sus cuotas de importación.

Sin embargo, lo importante para los países exportadores de carnes de calidad, como la Argentina, es que se agregó la posibilidad de vender, sin límites de cantidad, cortes finos con un arancel del 15% en lugar del 55% extracuota. Para ello, se establecieron dos categorías: carne cuyo precio supera los 8 euros por kilo (unos U$S 10.500 por tonelada) y cortes provenientes de cierto tipo de animales, cuyas especificaciones se negocia individualmente con cada país.

En esta última categoría, Rusia aceptó las condiciones generales establecidas por la cuota Hilton. Pero al no haber razones para limitar de esa manera la carne elegible, la Argentina mantiene conversaciones para definir un universo mejor adaptado a sus aptitudes de exportación.

En este sentido, el país aspira a colocar carne de novillos de feedlots y de machos enteros jóvenes (MEJ) -la categoría de faena creada hace dos años- que la normativa europea no incluye. De este modo, una vez cerrado el acuerdo, podrán ingresar otros cortes, enfriados y congelados.

Otro ítem que se está negociando es la extensión de la vida útil del producto enfriado, hoy establecida por Rusia en 90 días, y que la Argentina quiere llevar a 120 días, tal como aceptan la UE y muchos otros mercados. El límite actual no permite un avance vigoroso del mercado de carne de alta calidad porque reduce el margen de maniobra de los operadores, obligando a usar el transporte aéreo, de gran costo.
Una vez resueltos estos temas, el país euroasiático ofrecerá un desafío de lo más interesante a los exportadores argentinos: desarrollar el mercado de carne enfriada, tal como se hizo en Alemania hace más de 30 años y luego en otros países europeos.

La importancia de Rusia

Rusia ha descollado como importador en el mercado mundial de carnes vacunas desde la desaparición de la Unión Soviética (URSS), a principios de los ‘90, hasta convertirse en el país que disputa la primera posición con los EE.UU.

En el último quinquenio, el promedio anual de compras de los EE.UU. fue de 1,07 millones de toneladas equivalente carcasa (tec) y el de Rusia de 1,03 millones de tec, bastante alejados del tercero, Japón, con 730 mil tec.

Además, su irrupción marcó un antes y un después en el mercado mundial, ya que su fuerza extraordinaria como importador de carnes provenientes de países libres de aftosa con vacunación motorizó la reducción de la histórica brecha de precios entre éstos y los países libres de aftosa que no vacunan. Si bien hubo otra docena de naciones que empezaron a consumir más carne vacuna y que debieron importarla, Rusia fue por lejos el principal responsable de ese cambio.

Los rusos tienen una larga tradición como consumidores de carne bovina. Sin embargo, desde la caída de la URSS, con el cambio de reglas de juego, la producción cayó a la tercera parte: de 3,5 millones a 1,3 millones de toneladas por año. En tanto, en estas dos décadas, con una población de más de 140 millones de habitantes, el ingreso per cápita creció a U$S 23 mil anuales, el doble, por ejemplo, que el de los brasileños.

También se incrementaron las importaciones de carne porcina y de pollo pero, en estos dos casos, existe un plan oficial para aumentar la producción y lograr el autoabastecimiento, mientras que con la carne vacuna ni siquiera se menciona la posibilidad a raíz de la falta de competitividad de la actividad.

En síntesis

Rusia seguirá siendo una potencia entre los importadores de carne vacuna y la Argentina podría aprovechar la posibilidad que se abre para colocar cortes enfriados de alto precio, sin limitación cuantitativa. De hecho, ya se venden algunas cantidades muy pequeñas.

La firma del acuerdo, en un contexto de cierta normalidad para la exportación argentina, permitirá el desarrollo de ese mercado, tanto para abastecer al segmento de supermercados y carnicerías como al de restaurantes de alta gama.

Bajo esta hipótesis, el precio de importación de Rusia competirá con el de la UE, quizás no con el de la cuota Hilton pero sí con el de las exportaciones de cortes caros por fuera dela misma. A su vez, esto provocará un menor abastecimiento de esa mercadería en el viejo continente y una presión alcista en los precios de la Hilton, lo que significará un doble beneficio para la ganadería argentina.

El riesgo que corre la Argentina es que cuanto más se tarde en desarrollar este canal comercial, a causa de las regulaciones oficiales de los últimos años, algunos competidores podrían adelantarse y posicionarse en el mercado. Esto dificultará que el país logre en Rusia el prestigio y el mayor precio que consiguió décadas atrás en la Unión Europea y que aún perdura.

Por Miguel Gorelik, Director de ValorCarne.com

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