En estos días -luego de las declaraciones del ex vicepresidente Julio Cobos de que el gobierno estaría pensando en sacar una nueva moneda- muchos me han preguntado si esto es posible.
La primera respuesta es que nada es imposible en Argentina, por lo tanto nada se descarta totalmente.
Pero sí vale la pena analizar qué finalidad tendría hacer ese cambio. Piensen que sacar una nueva moneda significa cambiar todos los billetes de circulación, cambiar toda la papelería -incluidos los cheques, por ejemplo- con la nueva denominación de la moneda, etc. Cambios que no son tan costosos si se hacen paulatinamente, pero que deberían tener alguna razón.
Un poco de historia
Si hay un país con una larga tradición de hacer monedas nuevas es Argentina. Pasamos por:
* Peso Moneda Nacional, desde 1881 hasta 1970
* Peso Ley 18.188, desde 1970 hasta 1983
* Peso Argentino desde 1983 hasta 1985
* Austral desde 1985 hasta 1991
* Peso desde 1991 hasta la actualidad
Debe tenerse en cuenta que cada uno de estos cambios de moneda fueron el resultado de un nivel de inflación tal que los billetes perdían su valor casi al momento de que eran emitidos.
Cuando se presentaba un fuerte plan antiinflacionario, se acompañaba normalmente de una nueva moneda como un nuevo comienzo. Es decir, cambiar la moneda era parte de un plan antiinflacionario integral y se quería dotar de mayor fortaleza a una nueva moneda. La idea que se quería trasmitir era las siguiente: “Esta nueva moneda -a diferencia de la anterior- va a preservar su valor en el tiempo”. Como sabemos, en Argentina se trata de períodos cortos.
Por lo tanto, una nueva moneda sólo tiene sentido en el marco de un fuerte plan antiinflacionario pensado para influir en las expectativas de la gente hacia futuro. Un plan que muestra que las acciones del gobierno de aquí en adelante garantizarán que la inflación será baja y que la nueva moneda va a mantener su valor.
Lo cierto es que si bien el peso pierde valor todos los años y cada vez más velozmente, el gobierno no ve la necesidad de hacer nada para evitar la inflación. ¿Por qué debería lanzar entonces una nueva moneda que va a ir perdiendo valor al 25/30% anual? No tendría sentido. Es por eso que, en lo personal, no creo que haya ningún cambio de moneda.
La inflación -y no la moneda- es el problema
Es más, en esta campaña de minimizar la inflación a la que asistimos, en lugar de sacar al menos un nuevo billete de 200 pesos, que ya es más que necesario, el gobierno piensa reemplazar los billetes de 100 de Roca por billetes de 100 de Evita.
Lo interesante hubiera sido que los billetes de Evita fueran de 200 o 500 pesos, que por otro lado, tendrían una vida útil más prolongada. Si la inflación en Argentina sigue al 25/30% anual, en pocos años el billete de 100 será historia.
La nueva moneda podría ser una buena noticia si viniera acompañada de un plan antiinflacionario, si no, es sólo un cambio de papeles y de nombres. Si no hay plan antiinflacionario, hoy es más práctico emitir billetes de 200 y 500 (con la cara de quien quieran) que hacer toda una nueva moneda.
Por Tomás Bulat. Economista
Fuente: Infobae