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Ver el bosque y no los árboles

El 2013 será un año de transición que encuentra a la ganadería en el repechaje de sus buenos momentos que fueron construidos sobre la destrucción de casi 12 millones de cabezas.

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Sin lugar a dudas que este año electoral va a ser un año de mucho ruido, con demasiados fuegos artificiales para cualquiera de los sectores que integran la economía del país que lo único que pide y necesita es poder tener una idea de hacia donde vamos. Ya no se seguirán pidiendo “reglas claras” porque esta meta no se logró, de forma tal que el productor deberá tener la mente fría para tratar de ver el bosque y no los árboles.

El 2013 será un año de transición que encuentra a la ganadería en el repechaje de sus buenos momentos que fueron construidos sobre la destrucción de casi 12 millones de cabezas, que dejó durante 2011 una excelente posición comercial, y que a partir del 2012 comenzó a amesetarse mostrando como el libre juego de la oferta y demanda comienza a mostrar nuevos escalones productivos.

La producción ganadera es uno de los pocos mercados transparentes del país porque reúne miles y miles de oferentes y demandantes sin una posición dominante ni aun de los grandes supermercados. Es que la mayor fuerza de nuestro sector es que estuvo históricamente asentada en la calidad de su producción genética y en una demanda cultural de consumo de carnes rojas importantes.

En este libre mercado el productor jamás pidió la intervención del estado mediante subsidios ni aún en los peores momentos de sequía o inundación, solamente se declaraban situaciones de emergencia eximiendo o postergando los pagos de los impuestos territoriales. El mercado ganadero está construido a puro riesgo de sus participantes que durante los 365 días del año afrontan todas las inclemencia ofreciendo lo mejor que tienen que es su trabajo expresado en un animal.

El productor ganadero por naturaleza no es un especulador, no posee sistemas de tomas de riesgos ni siquiera formaciones asociativas que les prevén determinadas acciones, por lo general salvo honrosa excepciones desarrolla su actividad en forma individual, encerrado entre sus alambrados buscando dar mayor eficiencia al rodeo. Sus decisiones las más de las veces están medidas por la coyuntura que por visiones de mediano plazo, de forma tal que acompaña acelerando inconscientemente en muchos casos los procesos de baja o suba de precios.

Quien desarrolla tareas rurales con un capital principal que es su explotación no puede realizar movimientos de adaptación como en otros sectores de la economía, no posee la flexibilidad de fabricar o importar y adaptar su volumen de acuerdo a lo que más convenga en cada momento. La Argentina está plena de empresarios que se adaptan de acuerdo al momento su actividad con una rapidez asombrosa que fue el resultado de su experiencia por las sucesivas crisis.

En el campo las crisis se las aguanta a pura yerba mate, masticando bronca y pensando en lo que se le dejará a sus hijos, de forma tal que en años tan complicados como el 2013 todos los análisis coyunturales que de corto plazo quedan irremediablemente diluidos por su propio formato.

Recomendar mente fría, ver el bosque y no el árbol,  no significa entregarse mansamente a los cambios permanentes del mercado de cada día sin prestar atención, significa entender que estamos en una transición y que lo mejor por la salud de todos es tener la capacidad de lograr algo de paz, de sentido común, de saber que lo mejor que podemos hacer es dedicarnos a mejorar lo que hicimos toda la vida.

El 2013 será un año de amesetamiento de la actividad, con precios parecidos al 2012, con pequeños incremento del nivel exportado de carne resultado de haber llegado a lo más bajo de su historia en los últimos 50 años, con un pequeño incremento de la demanda per cápita de carne roja que rondando entre los 58/60 kilos que no deja de ser un buen volumen mirado internacionalmente, con un incremento de costos que nos obligará a meter mano en todos los gastos suntuarios. Esto es resultado de los permanentes incrementos inflacionarios, pero que todos sabemos que a pesar de la falta de incentivo hacia nuestro sector mediante políticas públicas el mundo posee un incremento de población y escasez de alimento que inexorablemente nos obliga a ser proveedores. Quienes tenemos oportunidad de dedicarnos a las actividades vinculadas a la alimentación sabemos que más tarde o más temprano la campana va a sonar en nuestra tranquera.

Por Rosgan

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