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Sin inflación no habría reclamos

La inflación es como la droga que se empieza con pequeñas dosis y se termina siendo dependiente de ella.

infocampo

El país tuvo que llegar a una inflación crónica de más del 25% para que gran parte de los protagonistas sociales se den cuenta de la nefasta consecuencia que tiene para el conjunto de la sociedad en general y los asalariados en particular, el proyecto de crecimiento del gobierno nacional basado en la emisión y la inflación. Dicho proyecto fue acompañado por muchos que salieron a reclamar en el paro o la concentración de Plaza de Mayo el miércoles pasado. Si Hugo Moyano – otros dirigentes que siguen en silencio – se hubieran expresado antes del 23 de octubre del 2011 como lo hizo en plaza de Mayo, otra seria la situación del país.

Un poco de inflación es bueno para crecer, fue la definición de muchos protagonistas que defienden el actual modelo. Todavía no aprendieron – especialmente los dirigentes gremiales- que la inflación es como la droga que se empieza con pequeñas dosis y se termina siendo dependiente de ella. Esta es la actual situación del país por las distorsiones de todos los precios relativos por la actual política.

Incentivar un aumento de consumo por medio de un mayor circulante y una mayor inflación para cobrar mayores impuestos, restringiendo simultáneamente las producciones y las exportaciones, es un coctel muy difícil de sobrellevar en cualquier economía del mundo. Pero mucho más grave en nuestro país, porque culturalmente los ciudadanos resguardan su poder adquisitivo refugiándose en el dólar en un proceso inflacionario.

No alcanzaron las mentiras del INDEC ni las presiones para que las consultoras privadas no dieran su información sobre la inflación real. Hoy muchos alimentos masivos son de menor calidad e igual subieron de precio porque no tienen la competencia de los productos importados al cerrarse la economía. Se asumió ante esta situación, que el índice del supermercado es el real y sobre este se discuten las paritarias para poder mantener la capacidad de compra de los salarios. Sin inflación no habría reclamos sindicales conjuntos con diferentes ideologías o nivel social.

¿Por qué el reclamo de cambios en las retenciones de ganancia en los sueldos y la universalidad de los subsidios familiares? Hoy sobre un salario de 10.000 pesos el estado se queda con el aguinaldo completo. En 2003 pagaban ganancia solamente los 300.000 mejor remunerados. Según la Afip en el 2007 pagaban ganancias 651.000 que era el 10% de los empleados registrados y ahora tributan 1.740.000 que es el 19% de los 9.159.000 trabajadores registrados.

Aunque sean solamente el 19 % de la masa salarial más alta a la que se le retiene, no le alcanza para atender los gastos corrientes para comer, vestir, educar y mantener su casa. La propuesta para actualizarlo sería llegar a un acuerdo de retener a partir de la suma de cuatro salarios mínimo que representaría 9200 pesos. Tendría un costo fiscal de 4000 millones de pesos. Si se hubiera ajustado por inflación un sueldo neto mínimo sin retenciones de soltero debería ser de 8.265 pesos y 11.305 con carga familiar. Este reclamo es similar a todos los sectores de la economía porque no hay ajuste por inflación desde el 2003, disección que obliga a pagar impuestos a las ganancias sobre ingresos ficticios por no ajustar los balances y lo sueldos mínimos por la inflación.

Habría que analizar alguna vez si un país normal sin inflación necesitaría este tipo sindicalismo, si los salarios se mejorarían por productividad. No tendría por qué promoverse una única central de trabajadores para discutir salarios generales dándole un poder ilimitado a una sola persona. La alternativa debería ser la discusión de los salarios por zonas, por sectores y por empresas relacionado a su productividad y mejoras de las condiciones de trabajo de cada una de ellas.

Como diría Clinton: Es la inflación estúpido. Por lo tanto es obligación del gobierno y de toda la dirigencia reconocerla y combatirla sin claudicaciones para poder empezar a recuperar la situación actual de la economía.

¿Qué hay que hacer para empezar a cambiar sin provocarle graves problema a los que menos tienen? Hay que sincerar simultáneamente todas las variables de la economía, crear una mesa de diálogo con todos los protagonistas para hacer un plan integral de reducción de la inflación y empezar a eliminar todas las discrecionales medidas económicas para generar un shock de confianza, para poder atraer las importantes inversiones que necesita el país en forma urgente.

Por suerte el mundo todavía nos sigue esperando y nos da una nueva oportunidad a pesar de nuestros pecados. La presidente de la Nación tiene la responsabilidad de cambiar la propuesta económica y la forma de gestionarla, aprovechando el 54% de apoyo que le dio el electorado en octubre pasado.

Por Arturo Navarro. Consultor Agropecuario

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