Quiso el destino que el día que Humberto Volando dejaba físicamente éste mundo, no me encontrara en la Argentina y –por ende- en condiciones de estar presente en su último adiós. Por eso éstas líneas a modo de homenaje y recordación hacia el hombre que acompañé durante más de 25 años en el gremialismo agropecuario y que fue, largamente, un segundo padre para mí.
Corría el mes de setiembre de 1996. Humberto Volando se retiraba de la Presidencia de la Federación Agraria Argentina después de 25 años y cerraba su último discurso como tal recordando a su progenitor y señalando claramente un rumbo para quienes le sucederíamos.
Decía entonces: “cuándo salí por primera vez a sembrar trigo, mi padre me dijo, fijá la vista en la bandera, agarrá corta y firme las riendas de los caballos para no desviarte y de cuando en cuando mirá a los costados para ver si haces una buena siembra. Yo quiero decirles a Uds. que claven la vista en la bandera azul y blanca del país que también son los colores de la FAA, manejen con firmeza el timón de la Organización y siembren….., siembren…..”.
Lo conocí desde muy pequeño, allá en Pampayasta Norte, muy cerca de James Craik, donde vivíamos en campos vecinos.
Tomé consciencia de su “pasta” cuando siendo un niño acompañé a mi padre y compartimos una pequeña delegación federada que asistió a un acto agrario organizado por la FAA en Hernando por los problemas que tenían entonces los agricultores con la producción de maní. Su intervención y su discurso fue algo difícil de olvidar.
Un tiempo después era un alto dirigente nacional de la Federación Agraria a cuya Presidencia accedió en el año 1971 y de la que se alejó, un cuarto de siglo después, en 1996.
Por 25 años trabajé a su lado. Era incansable e indoblegable. Un gran autodidacta. Tenía esa sabiduría campechana que le otorgaba un enorme sentido común.
Don Humberto perteneció a una Generación que se destacó por manejarse con una escala de valores distinta y superior a lo que se observa en la mayoría de los hombres públicos de la actualidad.
Podría señalar –que las tenía- sus fuertes convicciones, su honestidad, su capacidad, su conducta intachable, su trayectoria.
Insobornable, metódico, prefiero destacar su compromiso con los pequeños y medianos productores, los más débiles y el país. Su trabajo por y en las economías regionales fundamentalmente en aquellas de menor desarrollo relativo.
Sus creencias en la importancia de la educación y la capacitación especialmente para la juventud agraria y el manejo de las cooperativas que tanto fomentó.
Su apertura intelectual para entender y promover cuestiones que tenían que ver con las innovaciones y el cambio vertiginoso que empezó a producirse en el mundo, el país y el campo durante los años de su plenitud como dirigente.
Sus afanes, sus luchas –incluso corriendo grandes riesgos personales-, y sus desvelos durante los difíciles años de la Dictadura militar por los Derechos Humanos y la recuperación de la democracia.
Su voluntad para manejarse siempre con el entusiasmo del primer día sin aburguesamientos de ninguna especie.
Fue un adelantado para su época. Por ejemplo cuándo en soledad cuestionó prácticamente desde su mismo lanzamiento el Plan de Convertibilidad de Menen-Cavallo. A éste respecto basta solo recordar sus críticas y el paro nacional agropecuario que la FAA realizó en agosto del año 1994. Recién bastante tiempo después, hubo otras voces al respecto, pero claramente corresponde a Humberto Volando y a la FAA, el liderazgo del rechazo a una política aciaga que tanto daño ocasionó sobre el entramado económico-social del interior del país y a la Nación en su conjunto. “Si Menen y Cavallo tienen éxito con éste plan, el campo la va a pasar muy mal” ó “Estamos mal y vamos peor” fueron algunas de sus recordadas expresiones de aquellos tiempos, en el que la mayorías festejaban el ingreso de la Argentina al primer mundo, como se vendía.
Lo vi decepcionado solamente en dos oportunidades: la primera, cuándo el Menemismo logró la reelección en el año 1995 con más del 50% de los votos. La segunda, cuándo luego de retirarse de la dirigencia gremial agraria, accedió a una banca en la Cámara de Diputados de la Nación y no pudo, desde ese lugar, concretar en leyes algunos de los proyectos que elaboró.
Sin embargo, dichas situaciones no fueron obstáculos para seguir adelante con la perseverancia que le era innata, en sus luchas.
Para el campo y, especialmente, para los pequeños y medianos productores Don Humberto Volando fue un Dirigente con mayúsculas, extraordinario.
Respetado por propios y extraños llevó, de la mano de su enorme prestigio personal, a la Federación Agraria Argentina a la posición más encumbrada que ha tenido en las últimas décadas.
Conforma la tríade de Presidentes de la Federación (los otros dos son Francisco Netri y Esteban Piacenza) que sobresalen nítidamente en los 100 años de vida de la Organización chacarera.
Se podrá haber coincidido ó discrepado con sus ideas y sus propuestas. Pero nadie discutió su genuinidad y la honestidad intelectual desde las que las formulaba.
Su vida privada fue casi un calco de lo que mostraba en la pública.
Sacrificó mucho en materia personal y familiar para dedicarse a la causa agraria y nacional. Austero, sencillo, metódico, de palabra, son solo algunos de los muchos adjetivos que se podrían utilizar para describirlo y que se agregan a los ya mencionados en los párrafos precedentes.
Le debo mucho a Don Humberto. Fue para mi un verdadero maestro en la dirigencia y en la vida. Es difícil encontrar las palabras que puedan expresar cabalmente los sentimientos.
Ya no está físicamente entre nosotros, pero su legado lo trasciende. En éstos tiempos de andar rápido y con la escala de valores frecuentemente subvertida, recomiendo detenerse algún instante para conocer y meditar sobre la vida y la obra de personalidades como la suya.
Las familias de productores que integran la FAA, entristecidas, lo sienten y lo añoran.
La Organización que condujo con gran sapiencia durante un cuarto de siglo, llevándola a un encumbrado y prestigioso posicionamiento nacional e internacional, necesitaría -sobretodo mirando su realidad actual-, volver a contar con un Dirigente de los kilates de Don Humberto Volando.
Para el final, recordar palabras del dirigente uruguayo Silvio Marzaroli en el homenaje que se le organizó a raíz de su alejamiento de la presidencia de la FAA: “cualquier loco deja alguna huella, pero abrir trochas está reservado a unos pocos. Ud. Don Humberto, ha abierto muchas trochas y lo seguirá haciendo en pos del país que todos desean”.
Por René Bonetto, Ex presidente de Federación Agraria.